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UNA LUZ HA BRILLADO EN TÍ

5.02.1991

¿Dónde estás, nuevamente mi Señor?
¿Por qué Te estás escondiendo? o
¿estoy de nuevo en la oscuridad
y no puedo verte? ¿Estás rehusandoTus favores?

Pero sé que no puedes estar lejos.
"Si mis pies se han desviado de la senda correcta,
o si mis ojos han extraviado a mi corazón,
o si mis manos se han mancillado con alguna mancha."
(Job 31,7)
Perdóname.

¡Niña Mía, sé bendita! La Paz esté contigo.

Vassula, adáptate a Mí y deja de escuchar al Tentador. Yo te digo: acércate a Mí, acércate a Mí, hija Mía. Yo soy quien te provee con el Conocimiento verdadero. ¡Oh Vassula! una Luz ha brillado en ti, entonces ¿cómo puedes dudar? Soy Yo, el Señor, quien te salvó. Yo dije, a través de Mis profetas, que daré Mi Espíritu incluso al más pequeño y al más miserable de todos. Pero, hija Mía, esto es sólo el principio de Mi Promesa.

Yo Soy el Todo Fiel. ¡Oh, hija Mía, regocíjate! ¡regocíjate! porque pronto conferiré Mi Espíritu a toda la humanidad. Yo haré fluir aguas cristalinas
1 de cada criatura viviente. Vassula, te oculté Mi Rostro sólo por unos pocos días, para que Me buscaras. No te he abandonado.

¡Estaba horrorizada, Señor!

¡Oh, no! no te desanimes. ¿De qué otra manera podría Yo revivir en tí un espíritu de interés? Interés para que, finalmente levantes tu cabeza y busques en el Cielo, a Mí, el Santo? Tú eres de abajo y Yo Soy de lo alto. Tú estás viviendo en un lugar donde tu espíritu no consigue satisfacerte, porque estás rodeada por todo lo que no soy Yo, y Yo Me encuentro donde tu espíritu, tu alma debiera de languidecer y anhelar estar. Bendita de Mi Alma, hasta que aprendas a buscarme constantemente y a desearme, Yo continuaré poniéndote a prueba de vez en cuando. Me place empaparte con Mi Espíritu hoy y no ayer, mañana y quizá no pasado mañana. ¿Ves?

Sí, Señor. Finalmente, pienso que ahora entiendo.

Bañada en Mi Luz, busca las cosas Celestiales guardando Mis Principios. Sin Mí tú estás sola y no puedes hacer nada. Ni siquiera podrías dominar tus pensamientos. Por eso, Yo te digo: no le des sueño a tus ojos.

No trato de desanimarte, Vassula, pero de Mis Labios salen las Enseñanzas y la Sabiduría; Yo pretendo hacerte caminar a Mi lado y por la senda de la virtud. Yo pretendo enriquecer tu espíritu, para que Yo despliegue Mi Conocimiento a través de ti, de forma que tú puedas glorificarme. Entonces, levanta los ojos al Cielo y mírame, hija, y cuando veas de nuevo Mi Santo Rostro, tú crecerás, una vez más, radiante, y tu corazón nuevamente, palpitará de gozo. ¿Ves? tu corazón se revestirá majestuosamente y en santidad, una vez que tus ojos encuentren Mi Magnificencia. Apóyate en Mí. Sólo Te he examinado, hija Mía.

Yo te bendigo, bendíceme, ámame.



1 Ap. 22,1