27 de diciembre de 2003
Foro de la Verdadera Vida en Dios

¡El Señor es Maravilloso!

EL SIGUIENTE TESTIMONIO LO ENVÍA UNA PERSONA DE BARRANQUILLA, COLOMBIA.

No quería dejar pasar este día sin compartir la felicidad que sentí hoy por los regalos que el Señor me ha dado estos días. Y es que los regalos que el Señor nos da son sutiles. Todo lo que viene del Espíritu Divino es muy valioso, pero tenemos que no sólo saber "mirar", sino también "ver", pedirle a Jesús, con la intercesión del Arcángel San Gabriel, que nos ayude a estar atentos de todo lo que Él nos muestra y nos da, y muchas veces no vemos.

 

Se acabó mi desierto (eso espero, así lo siento en este momento), porque hoy me devolvió el Señor el ansia inmensa de estar todos los días con Él. Hacía un buen tiempo que transitaba por un arenal inmenso, donde me ahogaba, y no podía salir. Desde hoy, volví a ir a Misa para ofrecerla por tanta gente…,  pero como la Misericordia de mi Señor es tan grande, sé que lo que yo haga lo hace valer para todo. ¡Qué delicia! ¡Qué gozo tan grande! Definitivamente, mi Señor es MA-RA-VI-LLO-SO. No digo más, para no limitar Su Grandeza con mis palabras.

 

Tengo que empezar diciendo que, por lo general, no salgo de mi casa, nada más que para la Iglesia, a casa de mi hija o alguna que otra vez a otro lado.  Este año fue difícil económicamente, y sufrí falta de trabajo; sin embargo, decidí utilizar el dinero que recibí por un trabajo en la computadora, y fui a compartirlo.

 

Salí a Misa y he visto algo hermoso. La gente de mi Barranquilla, mi gente en las calles (vi sólo a tres, pero sé que había más, porque me contaron de personas que lo hacen), estaba repartiendo comida y regalos a los niños de la calle. Jamás, jamás, había visto tanto niño, tanta gente con hambre. Claro se vienen de los barrios donde viven, a pedir un poco de comida o algún juguete que quieran darles hoy 24 de diciembre, cuando todos los niños de padres pudientes tendrán tantos regalos que ni siquiera alcanzarán a jugar con ellos en muchos días y tanta comida en su mesa que sobrará para los próximos.

 

En la esquina de la Iglesia, repartí 40 almuerzos a pequeños y grandes, y como no alcanzó el arroz con lisa (plato típico de aquí), compré leche y pan para los 17 que faltaban.

 

Al regresar a casa después de la Misa, me encontré a cuatro hombres y tres mujeres, que habían instalado hasta un paraguas de playa frente a un edificio en construcción abandonado. Ahí, repartían sopa y arroz como a 50 personas. Jamás había visto tanta gente pobre por aquí. Esto fue en la calle 84, que es la que conduce a mi casa (yo vivo en la 82). Me quedé conversando un rato con esa gente. La verdad era que estaban esperando si encontraban a otro muchacho que vendiera arroz con lisa para darle a las mamás de esos niños. Estuve casi una hora con ellos, y logré hablarles un poco del Señor. No me van a creer, pero al llegar ahí sentí un dolor horrible en el talón del pie, tanto que no podía caminar. O sea que quisiera o no quisiera, tenía que parar donde estaba esa gente. ¿Qué tal? ¿Ven cómo es de maravilloso mi Señor? No pude alimentarles el cuerpo, pero alimenté un poco su alma.

 

Más adelante, a la altura de una clínica, un médico repartía juguetes, muy discretamente, desde su auto. Alcancé hasta a ver la gran bolsa donde los había llevado.

 

Y esto fue sólo lo que vi en ese trayecto, pero sé de personas se van al centro, con comida, a un área donde hay mucho indigente, y la reparten a todos. Otras personas van también en su auto repartiendo regalos; sin bajarse, sólo los entregan y se van.

 

Al llegar a mi casa, mi mamá me recibió con un regalo en dinero que me mandó una hermana que vive en Bogotá.  ¡Era más de lo que yo me había gastado en la comida! ¡ES QUE EL SEÑOR ES MARAVILLOSO!  ¿Se imaginan? ¿Se imaginan eso?

 

MORALEJA. Amigos, no teman dar aunque se queden sin nada; aunque piensen que mañana no tendrán para comer, o para comprar algún artículo de primera necesidad. No teman jamás si están con el Señor. Él nunca desampara a nadie que se preocupa de su prójimo. ¡Nunca! Además, uno siempre tiene la forma de recibir lo que necesita (hasta regalado, ¡como yo!), esa gente pobre no. Eso en cuanto a lo material, ¿cuánto no nos daría el Señor cuando damos de nosotros mismos? Más, mucho más.

 

Bueno, envío este testimonio, porque hay que compartir lo bueno que se ve para la gloria de Dios, para vivir más aún el gozo de estar con Él, y para que los que elevan sus oraciones al Señor pidiendo por los demás, sepan que son escuchadas, aunque no necesiten esa confirmación. Mi Señor siempre escucha y da cuando le pedimos, para eso es nuestro Abba.

 

Con amor,

 

"Que Dios te bendiga y te guarde; que Yahvé haga brillar Su Rostro sobre ti y sea benigno contigo; que Dios te muestre Su Rostro y te conceda la Paz."

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