Enviado: Martes, 9 de Julio de 2002

Asunto:  Una historia acerca de pescados

 

 

Este testimonio llegó de Sudáfrica.

Para mí, mis pescados eran un símbolo de esperanza, continuidad y
conservación. Conservación, porque representaban la historia de algo
que permanecía, durante un episodio que estuvo lleno de pérdidas y
esfuerzo inútil.

Ellos eran todo lo que me quedó de un negocio que había fracasado, a
pesar de nuestro éxito. La pérdida del negocio no fue una pérdida de
sustento, sino una pérdida de orgullo y del sentimiento de logro, que
sólo se obtiene con el trabajo arduo, la dedicación y la
perseverancia.

En diciembre de 2001, después de muchas negociaciones y argumentos
legales, nos vimos forzados a aceptar que el contrato de cinco años,
que era el sustento de 12 empleados, y cientos de otros trabajadores,
había llegado a su fin. Lo más difícil fue aceptar que la decisión
había sido tomada por altos ejecutivos, de otro país, para liberarse
de sus responsabilidades para con 1500 trabajadores.

Nos vimos obligados a recortar personal, lo que fue una decisión
difícil. Mi esposo y yo éramos los directores. El 20 de diciembre de
2001, el día en que el había un juego de ajedrez, entre compañías,
llevamos a nuestra perra Mischa de 12 años, raza spaniel, al
veterinario.

Mi esposo y yo no tenemos hijos. Mischa, siendo el único ser vivo en
la casa, aparte de nosotros, era como nuestra hija, e iba a todos
lados con nosotros. Vivíamos dedicados a ella. Fue un momento de
agonía, el tenerla en mis brazos, mientras el veterinario la ponía a
dormir. Mischa tenía cáncer.

Estábamos inconsolables. Nadie nos entendía.

El 24 de diciembre de 2001, tuvimos un enorme problema con mis papás.
Un malentendido, que hasta la fecha, nos parece inconcebible.
Decidieron no venir, nunca más, a pasar la Navidad con nosotros. Mi
esposo y yo estábamos solos. La casa estaba silenciosa, excepto por
las lágrimas.

Un día, mientras lloraba, otra vez, por Mischa, escuché claramente las
palabras: "Sy's by My". Esto, en lenguaje africano, significa: "Ella
está conmigo". Estaba segura de que me lo estaba imaginando - se
trataba sólo de un perro. ¿Por qué estaría un perro en el cielo, con
Dios?. Esa no era la primera vez que escuchaba algo, y este hecho
permaneció en mi mente.

Mi esposo me llevó a una librería, ya que él sabía que leer, me
ayudaría a distraerme. Tomé el libro "Conversaciones con Dios", y
sentí que debía comprarlo y leerlo.

Lo terminé rápidamente. Se trataba de recibir mensajes de Dios, pero
también tenía explicaciones teológicas. Hacía sentido para mi
pensamiento lógico, ya que soy programadora de computación. El único
problema fue que me inquietó profundamente. Sentía que algo estaba
mal. Sentí la necesidad de discutir el libro con alguien más, y así lo
hice, pero, aún así, seguía inquieta.

Entre mi esposo y yo, cerramos nuestro negocio. Trabajamos durante
Navidad y Año Nuevo, para cumplir con nuestras obligaciones bajo el
contrato. Durante la primera semana de enero, ese mismo contrato fue
renovado por cinco meses más, hasta fines de mayo de 2002.  ¡Alabado
sea el Señor!. Pudimos recontratar a todo el personal que habíamos
despedido el mes anterior.

En febrero, escuché, por simple casualidad (pero esa es otra
historia), a John Robbie, en la estación de radio 702, hablando con
Vassula. Sentí la necesidad de saber, en donde iba a hablar el sábado,
y después de muchas llamadas, pude averiguarlo.

En medio del calor aplastante, asistí a la reunión en la escuela
Católica. Mientras Vassula hablaba, empezó a llover, inesperadamente,
lo que refrescó el auditorio, permitiéndonos a todos concentrarnos en
lo que ella estaba diciendo. Estaba conmovida, sentí la presencia de
Dios, pero no estaba segura. Yo soy una sudafricana 'afrikaans', y
todo lo relativo a la Iglesia Católcia, es frecuentemente, calificado
como 'proveniente del demonio'. Compré libros y videos de los Mensajes
de Vassula, los cuales aún estoy leyendo y viendo.

Lo que obtuve de Vassula, ciertamente, no fue la conversión al
Catolicismo, sino una sensación de paz y, también, respuestas al libro
de "Conversaciones con Dios", que me había inquietado. No quisiera
forzar mi opinión a nadie, pero, personalmente, estoy convencida de
que lo que me molestó acerca de ese libro fue lo que Vassula dijo
sobre los teólogos intelectualizando a Dios. El alejarse de Jesús y de
la relación personal con Él. También, el hecho de que Dios ha estado
hablándome, y aún continúa haciéndolo, y yo simplemente no estoy
escuchando.

Al final de mayo, el contrato se terminó, y empacamos todo. Con
excepción de dos de los empleados, todos habían encontrado otro
trabajo, durante ese tiempo. Esta era otra razón para alabar a Dios. A
pesar de esto, fue difícil, ya que todos estos empleados se habían
convertido en parte de nuestra familia.

El lunes, 27 de mayo, a las 4 de la tarde, llevamos nuestros peces Koi
a la casa. Los habíamos cuidado desde que iniciamos el negocio, dos
años antes, y ahora, habíamos preparado un pequeño estanque, afuera de
la casa. Durante semanas, habíamos estado hablando si debíamos
llevárnoslos o si los deberíamos donar a alguien. Insití en que
representaban lo único que nos quedaba de nuestro negocio. A las 4:15,
regresamos a la oficina a hacer un pago.

Cuando regresamos a la casa, a las 7 de la noche, ya había
obscurecido. Con una linterna, nos acercamos a ver los peces, para ver
cómo estaban. ¡Imagínense mi sobresalto cuando vi que había sólo un
pez en el estanque!. Eventualmente, mi esposo encontró a los demás,
muertos en el césped, ya que habían saltado fuera del estanque.

Lloré y me sentí devastada. Fue una pérdida innecesaria, una que se
hubiera podido evitar, si no hubiéramos regresado a la oficina.
Entramos a la casa, a preparar una solución salina para el pez que nos
quedaba.

Al regresar al estanque, treinta minutos después, mi esposo decidió
volver a meter a los pescados muertos. Traté de detenerlo, porque
pensé que tal vez infectarían el agua, para el único pez que nos
quedaba. Cuando alumbré uno de los peces, vi que su ojo ya estaba
congelado, y se le había salido tal vez un centímetro. En el estanque,
los peces yacían de lado en el fondo, y mi pez, el más grande y viejo,
de color negro, tenía un extraño color amarillento.

Yo estaba inconsolable. Leí los Mensajes de Vassula antes de rezar. No
me siento orgullosa de mis oraciones de esa noche, pero Dios las
escuchó. Le pregunté a Dios, que si Él era mi padre, ¿por qué me había
castigado toda mi vida?. Nací con una deformidad, mi mamá sufrió un
ataque al corazón el día de mi boda, no tenía hijos, había perdido a
Mischa, mis relaciones familiares no eran lo que yo deseaba que
fueran, y a pesar de todo esto, yo había amado al Señor y había
tratado de ser una buena persona. Negocié con Él, como hacen muchos
cuando se encuentran desconsolados, pero lo hice de una manera
despectiva. "Señor, si tu eres mi padre y me amas, haz que mi pez
negro viva otra vez. Si lo haces, nunca más dudaré de Ti y de Tu
Supremacía" .

En la mañana, mi esposo entró corriendo. Todos los peces, menos uno,
estaban vivos. Inclusive mi pez negro, al cual vi que se le había
salido su ojo.

Me observan con los ojos de Dios: tranquilos, silenciosos, esperando
mi siguiente movimiento. Estoy sobrecogida.

Mantendré mi promesa y nunca volveré a dudar. Espero a que el Señor
use mi vida.

Quien quiera que esté leyendo esto, es tu decisión, creer o no.
Reitero que siempre he vivido con "lógica", tanto en mi vida, como en
mi carrera profesional. Si alguien me hubiera contado esta historia,
no la hubiera creido. Quien tenga peces Koi puede decirlo: entran en
shock y se mueren sin razón aparente. Mis peces estuvieron fuera del
agua durante un par de horas. He escrito este relato por dos razones:
por mí, para que nunca se me olvide, y para que alguien más lo lea y
se dé cuenta de que los Milagros todavía ocurren. Lo que pasa es que,
frecuentemente, los atribuimos a la coincidencia o al engaño.

Los peces sobrevivieron y siguen creciendo.




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