Enviado: Domingo, 19 de mayo de 2002

Asunto: ¿De verdad estás escuchando?

 

 


Estamos probando un sitio de discusión, en inglés,
http://www.tlig.org/discuss.html, en el que, además, se pueden enviar
testimonios. Recientemente, recibimos este testimonio.


He querido enviar esto, desde hace mucho tiempo, pero cada vez que
pensaba escribirlo, algo surgía, o tenía la sensación de que mi
testimonio no tenía importancia. Pero mi deseo de enviarlo no me deja, y
me di cuenta de que, lo que yo sentía, no debía interferir con lo que
Dios quiere, y debo compartir esto con todos ustedes.

Un buen amigo mío me introdujo a la Verdadera Vida en Dios, en 1995.
Siempre he estado buscando a Dios y las respuestas a mis numerosas
preguntas. Fui criada Católica, pero al ir creciendo, poco a poco, mi
familia dejó de asistir a la Iglesia, y dejó de rezar el Rosario, al
igual que el resto de nosotros. Podía sentir y ver la diferencia, en
nuestro hogar, mientras, lentamente, íbamos abandonando a Dios. Era como
si una nube negra se arrastrara dentro de la casa, cada vez más, entre
más nos alejábamos del Señor. Pero, aunque nos quedamos dormidos, el
Señor siempre trataba de despertarnos.

Siempre acudían a mi mente, pensamientos de Él, y aún permanecía en mi,
un hambre de algo mayor. Cuando mi amigo me introdujo a la Verdadera
Vida en Dios, yo estaba ansiosa de escuchar, debido al hambre por el
alimento espiritual. Entre más leía, más quería leer. Me emocionaba cada
vez que llegaba a casa y sabía que iba a pasar un rato leyendo los
Mensajes. Cada vez que me sentaba a leerlos, sentía la sensación de
estar de vacaciones. Siempre me trajeron consuelo, paz y satisficieron
mi hambre interior. Aunque a veces, me sentía escéptica, continuaba
leyéndolos. Me parecía casi como un sueño y demasiado bueno para ser
verdad, que Dios pasara el tiempo, hablando con nosotros. En el otoño de
1997, pasé por un período de serias dudas. Tenía temor de leer los
Mensajes, y estar, tal vez, haciendo algo para desobedecer a Dios. Tengo
muchos amigos que son Bautistas, y recuerdo que me decían que no debemos
rezar a los santos, y que los Católicos adoran imágenes hechas por el
hombre. Por lo tanto, según su punto de vista, somos considerados
idólatras.

Ya que los Mensajes promovían orar por la intercesión de los santos, mis
dudas aumentaron. Dos pasajes de la Biblia resonaban, sin cesar, en mi
cabeza. Uno era el primer Mandamiento de Dios: "No deben crear ídolo, ni
imagen alguna, de lo que esté en el Cielo, en la Tierra, y bajo las
aguas. No deben postrarse ante ellos, ni les sirvan, porque, Yo, Yahvé,
su Dios, Soy un Dios Celoso, que castigo la iniquidad de los padres en
los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, de los que me odian. Y
tengo Misericordia, hasta mil generaciones, con los que Me aman y
observan Mis Mandamientos" (Éx 20, 4-6); y "Pero los cobardes, los
incrédulos, los abominables, los asesinos, los impuros, los hechiceros,
los idólatras y todos los embusteros, tendrán su lugar y su parte en el
lago que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte" (Ap 21,8).

Ya no sabía a qué o a quién creerle. El Único que podría haber resuelto
mis dudas, y reasegurarme que la Verdadera Vida en Dios era verdad, era
Dios. Así que una noche oré, con mi corazón, y le pedí que por favor me
diera una señal. Quería que Él fuera claro, ya que no tengo el don de
interpretar lo que dice, debido a mi propia miseria. Claramente, le
pedí: "¿Estás aquí?. ¿De verdad estás escuchando?. Por favor, si eres
Tú, manifiéstame Tu Presencia. Si no es así, ya no leeré esto jamás".
Ciertamente, no iba a leer ni una palabra más, porque no quería añadir
nada más a mi lista de pecados.

Después de  mi petición, me dormí. Durante la noche, me desperté, porque
alguien decía mi nombre, suavemente, pero con cierta persistencia. Medio
despierta y medio dormida, voltée hacia la Voz, y vi a un hombre parado
al lado de mi cama. No tenía nada de temor y dije: "¿Qué? ¿Qué?", pero
ya no escuché nada más. El hombre seguía ahí, de pie, pero como estaba
algo confundida, ya que estaba todavía medio dormida, y como no me
respondió, me di la vuelta y de nuevo me dormí.

Al día siguiente, me desperté y recordé el incidente. Bajé las escaleras
y le pregunté a todos si habían tratado de despertarme durante la noche,
pero nadie había ido a mi recámara. Supe, en mi corazón, que lo que
había ocurrido era la señal que había pedido. Sé que Él está escuchando.
Él está junto a nosotros, aunque no lo vemos, y la Verdadera Vida en
Dios viene del Santísimo Padre. ¿Cómo podía seguir dudando?. En
realidad, nunca se me aclaró mi pregunta acerca de la idolatría, pero,
ciertamente, no volví a preguntar jamás.

Él me dio la señal que pedí, y eso es todo lo que necesitaba. Si Él nos
aconseja a hacer algo, ¿quiénes somos nosotros para cuestionarlo?.
Bendito Sea Dios por la Verdadera Vida en Dios, y por traernos tal
bálsamo curativo a nuestras heridas con Su Dulce Amor.

Que Dios los bendiga a todos,

Renata




________________________________________________
Si usted no desea continuar recibiendo estos
mensajes, responda a este correo, indicando, en el
Titulo/Referencia del mismo, la palabra ELIMINAR.
Sitio de la VVeD: http://www.tlig.org/sp.html
Para suscribirse a esta lista de correos: esp@tlig.org
________________________________________________