Sent: Sunday, May 11, 2003 2:53 AM
Subject: Maria, la Estrella Luminosa que anuncia al Sol

Este es el discurso que el Papa Juan Pablo II dirigió a los jóvenes, durante su reciente visita a España.

 

 

“Queridos jóvenes: La Gracia de Dios debe brillar, en adelante, en sus vidas, así como brilló en María, la llena de Gracia.

 

En esta vigilia, han deseado, adecuadamente, meditar sobre los Misterios del Rosario, poniendo en práctica las antiguas máximas espirituales: “A Jesús, por María”.  Sin duda alguna, en el Rosario, aprendemos de María, a contemplar la belleza del Rostro de Cristo, y a sentir la profundidad de Su Amor. 

 

Por consiguiente, al empezar esta oración, volteemos nuestras miradas a la Madre del Señor, y pidámosle que nos guíe a Su Hijo Jesús.

 

“¡Reina del Cielo, regocíjate!

Pues Cristo, a quien mereciste llevar en Tu Vientre, ha resucitado.

¡Aleluya!”

 

(Después de la oración del Rosario, el Santo Padre continuó hablando).

 

Conducidos de la mano de la Virgen María y acompañados por el ejemplo y la intercesión de los nuevos Santos, hemos recorrido en la oración diversos momentos de la vida de Jesús. 

 

En efecto, el Rosario, en su sencillez y profundidad, es un verdadero compendio del Evangelio y conduce al corazón mismo del mensaje cristiano: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).

 

María, además de ser Nuestra Madre cercana, discreta y comprensiva, es la mejor Maestra para llegar al conocimiento de la verdad a través de la contemplación. El drama de la cultura actual es la falta de interioridad, la ausencia de contemplación. Sin interioridad la cultura carece de contenido, es como un cuerpo que no ha encontrado todavía su alma.¿Qué puede hacer la humanidad sin interioridad?

 

Lamentablemente, conocemos muy bien la respuesta. Cuando falta el espíritu de contemplación no se defiende la vida y se denigra todo lo humano. Sin interioridad, el hombre moderno pone en peligro su misma integridad.

 

Queridos jóvenes, los invito a formar parte de la “Escuela de la Virgen María”. Ella es modelo insuperable de contemplación y ejemplo admirable de interioridad fecunda, gozosa y enriquecedora. Ella les enseñará a nunca separar la acción, de la contemplación, contribuyendo así a hacer realidad un gran sueño: el nacimiento de la nueva Europa en el espíritu. Una Europa fiel a sus raíces cristianas, no encerrada en sí misma sino abierta al diálogo y a la colaboración con los demás pueblos de la tierra; una Europa consciente de ser llamada a ser faro de civilización y estímulo de progreso para el mundo, decidida a combinar sus esfuerzos y su creatividad al servicio de la paz y de la solidaridad entre los pueblos.

 

Amados jóvenes, saben bien cuánto me preocupa la paz en el mundo. La espiral de la violencia, el terrorismo y la guerra provoca, todavía en nuestros días, odio y muerte. La paz, como sabemos, es ante todo un don de lo Alto que debemos pedir con insistencia y que, además, debemos construir todos juntos, mediante una profunda conversión interior. Por eso, hoy quiero alentarlos a trabajar por la paz y ser artesanos de la paz. Respondan a la violencia ciega y al odio inhumano con el poder fascinante del amor. Venzan la enemistad con la fuerza del perdón. Manténganse lejos de toda forma de nacionalismo exasperado, de racismo y de intolerancia. Den testimonio con sus vidas que las ideas no se imponen, sino que se proponen. ¡Nunca se dejen desalentar por el mal! Para esto, necesitarán la ayuda de la oración y el consuelo que brota de una amistad íntima con Cristo. Sólo así, viviendo la experiencia del amor de Dios e irradiando la fraternidad evangélica, podrán ser los constructores de un mundo mejor, auténticos hombres y mujeres pacíficos y pacificadores.  

 

Mañana tendré la dicha de proclamar cinco nuevos Santos, hijos e hijas de esta noble Nación y de esta Iglesia. Ellos “fueron jóvenes como ustedes, llenos de energía, ilusión y ganas de vivir. El encuentro con Cristo transformó sus vidas. Así, fueron capaces de atraer a otros jóvenes, amigos suyos, y de crear asociaciones de oración, evangelización y caridad que aún perduran”.

 

Queridos jóvenes, ¡vayan con confianza al encuentro de Jesús! y, como los nuevos Santos, ¡no tengan miedo de hablar de Él!, pues Cristo es la respuesta verdadera a todas las preguntas sobre el hombre y su destino. Es preciso que ustedes, los jóvenes, se conviertan en apóstoles de sus compañeros. Sé muy bien que esto no es fácil. Muchas veces tendrán la tentación de decir como el profeta Jeremías: “¡Ah, Señor Dios! Mira que no sé expresarme, pues sólo soy un muchacho” (Jr 1,6). No se desanimen, porque no están solos: el Señor siempre los acompañará con Su Gracia y el don de su Espíritu.  

 

La presencia fiel del Señor los hace capaces de asumir el compromiso de la nueva evangelización, a la que todos los hijos de la Iglesia están llamados. Es una tarea para todos. En ella, los laicos tienen un papel principal, especialmente los matrimonios y las familias cristianas. Sin embargo, la evangelización requiere hoy, con urgencia, sacerdotes y personas consagradas. Ésta es la razón por la que deseo decir a cada uno de ustedes, jóvenes: si sientes la llamada de Dios que te dice: “¡Sígueme!” (Mc 2,14; Lc 5,27), no la silencies. Sé generoso, responde como María ofreciendo a Dios el “sí” gozoso de tu persona y de tu vida.

 

Les doy mi propio testimonio: yo fui ordenado sacerdote cuando tenía 26 años. Desde entonces han pasado 56 años. Entonces, ¿cuántos años tiene el Papa? ¡Casi 83! ¡Un joven de 83 años! Al volver la mirada atrás y recordar estos años de mi vida, les puedo asegurar que vale la pena dedicarse a la causa de Cristo y, por amor a Él, consagrarse al servicio de la humanidad. ¡Vale la pena dar la vida por el Evangelio y por los hermanos!

¿Cuántas horas tenemos hasta la medianoche? Tres horas. Apenas tres horas hasta la medianoche y después viene la mañana.

Al concluir mis palabras quiero invocar a María, la estrella luminosa que anuncia el Sol que nace de lo Alto: Jesucristo.

 

¡Dios te salve, María, llena de gracia!
Esta noche, te pido por los jóvenes de España,
jóvenes llenos de sueños y esperanzas

 

Ellos son los centinelas del mañana,
el pueblo de las bienaventuranzas;
son la esperanza viva de la Iglesia y del Papa

 

Santa María, Madre de los jóvenes,
intercede para que sean testigos del Cristo Resucitado,
apóstoles humildes y valientes del tercer milenio,
heraldos generosos del Evangelio.

 

Santa María, Virgen Inmaculada,
ora con nosotros,
ora por nosotros. Amén

 

 

 

 

_______________________________________________
Si usted no desea continuar recibiendo estos
mensajes, responda a este correo, indicando, en el
Asunto del mismo, la palabra ELIMINAR.
Un archivo de correos anteriores enviados a este foro

puede verse en: http://www.tlig.org/sp/spforum/spforum.html

Para suscribirse a esta lista de correos: esp@tlig.org
______________________________________________

 

 


---
Outgoing mail is certified Virus Free.
Checked by AVG anti-virus system (http://www.grisoft.com).
Version: 6.0.478 / Virus Database: 275 - Release Date: 06/05/2003