Sent: Friday, January 31, 2003 3:19 PM
Subject: DIOS ME HABLA EN CADA LÍNEA

El siguiente testimonio lo envió José Gabriel Rogers, de Chile, en relación con el correo del 27 de enero de 2003, titulado "Reemplazando el nombre de Vassula".
 
 
Fue hasta que leí los Mensajes de la Verdadera Vida en Dios que acepté que Dios Mismo me hablaba a mí en cada línea, aunque fuera parte de lo que ha sido la relación personal de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y su Santa Madre con Vassula. Cada línea es personal para cada uno que lee los Mensajes, trayendo la voz actual y presente de Dios que no se desentiende de Sus hijitos y con infinito cariño y severidad llama a cada cual a retornar a Sus Brazos.

No se necesita reemplazar un nombre por otro (aunque a veces ayuda mucho),  ya que somos un sólo pueblo, un sólo espíritu en Jesús. Tanto en nuestra "nada", en nuestra miseria, como en el Amor irrefrenable de Dios por nosotros y que busca suscitar ese mismo amor en cada uno, por nuestros hermanos, y por Él Mismo.

Mi nulidad para poder amar a Dios perfectamente como Él nos ama, es la confirmación de que Jesús es el "Camino, la Verdad y la Vida".  Nadie va al Padre, sino es por el Hijo, y nadie llega al Hijo, sino es por el Espíritu, que suscita en nosotros quejidos inefables de auxilio a nuestro Padre.

Nada podemos por nuestra capacidad, nada podemos sin El Fiel y Verdadero.

Leer los Mensajes dictados a Vassula, es leer la historia de salvación de cada uno de nosotros, de cada persona sobre la Tierra. No somos peores ni mejores, soos una familia y como tal, uno no le dice al hijo más desobediente, ya no te quiero o te quiero menos que a tu hermano que sí me complace, sino que como familia, uno nunca deja de esperar que todos logremos vivir en armonía y podamos hacer las cosas juntos. El gozo de estar todos en un Mismo Espíritu es una promesa muy poderosa, porque si Dios está con nosotros ¿quién podrá estar en nuestra contra? Por esto, no me puede dejar indiferente el
dolor de mi hermano, como tampoco las preocupaciones, distracciones y tentaciones que tenga Vassula, Juan, Diego o el hermano que sea.

Somos uno en Espíritu y en el Amor, porque es Uno el que nos Creó y llamó a la vida por nuestro nombre. Es Uno el que nos salva y nos confirma en Su Amor, no importa cuantas veces caigamos y tropecemos, mientras seamos capaces de llamarlo. Es uno el Fiel y Verdadero que nos consuela y nos recoge en Su Fidelidad y Su Ser Verdadero, una y otra vez.

No demos la espalda al llamado amoroso y personal de Dios en los Mensajes, ni nos dejemos tentar por la falsa humildad del que de sentirse tan indigno del Amor de Dios, llega a rechazar Su Amor y Su Gracia Salvífica y Vivificante, y termina rechazándola para sus hermanos con la sutil pátina de la virtud.

Incluso en los Mensajes que parecen los más privados a Vassula, donde Dios muestra Su Celo por la falta de tiempo dedicada a la oración y la concentración de Vassula con la administración, vemos que no somos ajenos al mismo celo y que debiéramos, tanto en lo personal, como para nuestros hermanos, ser centinelas de sus necesidades de forma tal que nada le falte a nadie, así como a nadie le falta Dios.

Jesús nos habla a nosotros desde lo más cotidiano, desde el mayor quebranto y flaqueza. Podemos seguir reemplazando el nombre de Vassula o dejarlo, porque somos uno en Cristo y Él en nosotros se ha vuelto el Único que nos vuelve
hermanos. Así de cierto es que ya no "hay extranjeros en la casa de Dios", todos somos uno y una misma familia en Cristo Jesús, cada cual con sus dones, cada cual con su responsabilidad y tarea. No hagamos oídos sordos ni carguemos el Mensaje a otros, que el Mensaje es uno y la familia que debe vivirlo es una también. Un sólo Dios, un sólo Pueblo, una Creación para adorar y amar al Santo de los Santos. El resto será dado por añadidura.
 
 
 
 

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