Sent: Sunday, January 12, 2003 11:46 PM
Subject: Unas palabras de agradecimiento

Querida familia de la VVeD:

Esta es una breve carta, para todos ustedes, agradeciéndoles sus oraciones y Misas ofrecidas por mí y por toda mi familia. Quiero agradecerles, también, sus condolencias por la muerte de mi hermana y mi cuñado, quienes fallecieron el verano pasado, durante la misma semana. Debo decirles que Yannula, mi hermana, fue la que dio a conocer los Mensajes de la VVeD, en Grecia. Ella trabajó tenazmente promoviendo los Mensajes, a pesar de los feroces ataques y persecuciones que sufrió a causa de ellos. Entre más persecuciones sufría, más propagaba los Mensajes atrayendo a muchas personas, que se habían alejado de la Iglesia, para que descubrieran, una vez más, el significado de la Madre Iglesia y el significado del Ecumenismo.

 

Durante su enfermedad, que duró cuatro años, ella nunca cesó de trabajar para Jesús debido al gran amor que le tenía a nuestro Salvador. Ella tenía sed de salvar almas y llevarlas a conocer a Jesús, para que tuvieran una relación especial con Él. Incluso dos días antes de su muerte, ya casi sin vida, le reprochó a algunos miembros del grupo de la VVeD, el haberse retrasado en publicar, en el periódico, el Mensaje habitual de la VVeD, junto con un breve reporte de las últimas noticias y les indicó cuales fotos debían poner, pidiéndoles que continuaran con esta obra cuando ella muriera. Ella había tomado la tarea de publicar, regularmente, en el periódico local, un breve mensaje y algún evento de la VVeD. Pero, cuando estaba muriendo, esto de alguna manera se retrasó. Les digo esto para que sepan hasta qué punto se sentía responsable por la VVeD.


Particularmente, quiero agradecer al grupo de Grecia de la VVeD, quienes permanecieron al lado de Yannula y Strato, su esposo, cuando estaban muy enfermos en el hospital, ayudándolos, cuidándolos, alimentándolos y quedándose hasta media noche, por turnos. Estas personas tenían su familia y niños pequeños que atender, pero se las arreglaron entre ellos, turnándose para cuidar los niños de los otros, mientras atendían a Yannula y a Strato. Su acto de caridad nunca será olvidado por Nuestro Señor. En Grecia, si tienes que permanecer en un hospital normal y no en una clínica privada, el hospital no te proporciona una enfermera constante a tu lado, aunque te estés muriendo. Tienes que contratar a una mujer (no una enfermera) y pagarle.

 

Jan, mi hijo mayor, que estuvo muy enfermo y tuvo que recibir un tratamiento de quimioterapia, está mejor y se ha recuperado, completamente, de su enfermedad. Agradezco a todos los que oraron por él y mandaron a hacer Misas por su recuperación.

Fabián, mi hijo menor, que estuvo con nosotros en Egipto, partió anteayer a Singapur, donde fue contratado para trabajar. Él estaba muy emocionado por ir a Asia, ya que ese es su lugar favorito en el planeta. Estuvo sin trabajo durante medio año, más o menos, debido a la crisis económica actual. Recuerdo que, en una ocasión, justo 2 semanas antes de recibir esta oferta de trabajo, él estaba empezando a perder la confianza en la oración. Sentía que Dios lo había olvidado, completamente, y le parecía que todo se había vuelto en su contra. Recuerdo una conversación en la que me dijo: “Jesús ni siquiera escucha tus oraciones por mí. Muchos están orando por mí y nada ocurre”.

 

Yo le contesté: “Escúchame y recuerda este momento en el que estamos parados en la estación de autobuses: la tempestad que Dios permitió que vivieras, se está alejando. La tempestad nunca dura para siempre, ya está llegando a su fin y tendrás, de nuevo, días de luz”. Cuando le dije esto, yo pensé que más valía que esto fuera cierto, ya que le acababa de dar esperanzas, nuevamente. Así que perseveró, una vez más, en la oración, en la confesión y en ir a Misa, después de que el grupo de Egipto se fue. (Nos quedamos una semana más en Egipto). Le doy gracias a Dios ahora que la tempestad se acabó para él y, también, agradezco a todos, los que sabiendo su situación, oraron por él.

Por primera vez, en muchos años, mis dos hijos, mi nuera, mi esposo y yo, estuvimos juntos en la Navidad. Fue un placer para todos y tomé como un regalo de Cristo el habernos reunido. Así que pasamos la Navidad en familia, en Suecia. Incluso Per, mi esposo, se reunió con su familia, quienes se reunieron ahí, ya que no todos viven en Suecia. Son 6 hermanos y hermanas. ¡Alabado Sea Jesús!

 

Antes de concluir esta carta, deseo que continúen orando por la misma intención que les pedí hace tiempo en relación a la Iglesia, ya que es para una causa muy especial que Le traerá un gran Triunfo a Nuestro Señor.


Las Escrituras dicen: “Por Su Divino Poder, Él nos ha dado todas las cosas que necesitamos para la vida y para la verdadera devoción, llevándonos a conocer a Dios, Quien nos ha llamado por Su Propia Gloria y Bondad. Al darnos estos Dones, Él nos ha dado la garantía de que algo muy grande y maravilloso va a venir. A través de ellos, ustedes podrán compartir la naturaleza divina y escapar a la corrupción, en un mundo que está sumergido en el vicio. Pero para obtener esto, tendrán que hacer su mejor esfuerzo, añadiendo bondad a su fe; comprensión a su bondad; dominio de sí mismo a su comprensión; paciencia a su dominio de sí mismo; verdadera devoción a su paciencia; caridad hacia su prójimo y a su caridad, amor. Si tienen un abastecimiento generoso de esto, ellos no serán inútiles ni estériles, sino que los llevarán al verdadero conocimiento de Nuestro Señor Jesucristo”. 2 Pedro 1, 3-8.

 

Gracias a todos ustedes por estar unidos en el Señor. Gracias por su perseverancia, sus oraciones, sus Misas para la VVeD, sus actos de reparación y su buena voluntad. Y ahora, concluyo esta carta recordándoles que el mayor servicio que uno puede ofrecerle a Dios es traerle un alma de regreso a Él. Las Escrituras nos dicen que este acto es benéfico, también, para nuestra alma. “Hermanos míos, si alguno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo trae de regreso, sepan que éste aparta a un pecador de su mal camino, salva a un alma de la muerte y hace olvidar muchos pecados” Santiago 5, 19-20.


Que este año nos acerque al Corazón de Jesús y a Su Triunfo. Para este año, mi programa ya ha sido establecido. Parece que Nuestro Señor quiere que vaya de nuevo a Canadá, donde hablaré en Ontario, Sudbury, Cochrane y Lethbridge, en donde asistiré a un programa de televisión. En este mismo viaje, visitaré los Estados Unidos de América, en Los Ángeles, donde hablaré, al igual que en un lugar cerca de Missouri, (todavía no sé donde). También me invitó un sacerdote Benedictino, que desea que hable en su Monasterio, en Nueva Jersey, donde los monjes, incluyendo el Superior, están abiertos a los Mensajes. Tengo un programa para ir a Checoslovaquia y Austria, así como varios lugares en Italia: Benevento, Milán, Cerdeña y Roma.

 

En marzo, hablaré en París y cerca de Niza. En mayo, daré un retiro de una semana en Puerto Rico, donde se reunirán muchos sudamericanos. Justo después visitaré dos lugares: Uruguay y Argentina donde hablaré. En mayo, tengo una reunión oficial Ecuménica, junto con otros oradores, en Italia. El próximo mes, en febrero me invitaron a un movimiento interreligioso en Asia para pláticas de paz, donde hablaré. Esta es una reunión anual promovida por este movimiento y dirigida por el Venerable Suddhanda, monje líder Budista, quien vino con nosotros a Egipto. Él me pidió que dé una plática y desea otorgarme un premio. (Ellos dan este premio, a dos personas que eligen, una vez al año).

 

He notado cómo el Señor me está guiando, ahora, a movimientos interreligiosos. Yo no buscaba esta clase de misión, pero ¡es sorprendente cómo el Señor me dirige y me hace comprender Sus movimientos! Sin mucho alboroto y con gentileza, me encuentro en situaciones asombrosas. Me quedo maravillada cada vez. He aprendido a no luchar contra estas situaciones que se ponen frente a mi, sino que me permito seguir la corriente, con confianza, sabiendo que vienen de Nuestro Señor y que Él sabe lo que está haciendo. La misión de la unidad de la Iglesia continúa, todavía muy fuerte, pero Nuestro Señor añadió esta situación interreligiosa a todo lo que me ha dado a hacer.

 

La primera plática interreligiosa que di fue en Bangladesh. Nada fue planeado, sino que se organizó en los últimos 3 días, por sí solo, programado por Nuestro Señor, porque todo empezó a surgir por si mismo. Como podrán recordar, tuvimos un Imam que abrió la plática en la reunión de la VVeD. Yo compartí con ellos, leyendo en árabe, su oración de apertura de alabanza a Dios, y luego les leí las Bienaventuranzas diciéndoles que eran las Palabras de Jesús. Musulmanes, Budistas, Hindúes y Cristianos estaban presentes en la audiencia. En el podio estaban un monje Budista y un monje Hindú, con un par de éstos, mezclados entre la multitud. Había algunas hermanas de la Caridad (de la orden de la Madre Teresa) y pocos sacerdotes Católicos.

Cuando estuve en las Filipinas, hubo una reunión privada, en la cual habían invitado a cuatro líderes Musulmanes para sostener pláticas interreligiosas con nuestro grupo. Yo no tenía la certeza de que ellos estuvieran presentes, por lo que hablé del tema de la unidad de la Iglesia. ¡Después de la plática, ellos fueron los primeros en iniciar la conversación y alabaron a los Cristianos por sus esfuerzos para alcanzar la unidad y no permanecer divididos! Después, me dieron sus direcciones.


Más adelante, en Taiwán, el Arzobispo y un obispo auxiliar, arreglaron una reunión interreligiosa, en la casa del Arzobispo. Esa misma mañana yo había dado una plática a diferentes denominaciones Cristianas, principalmente para sacerdotes. Fue, por supuesto, acerca de la unidad de la Iglesia. Yo había pensado que asistirían entre 4 o 5 personas, pero para mi sorpresa había alrededor de 18 personas de diferentes religiones: Budistas, Bahai, Musulmanes, Taoístas y por supuesto, nosotros. Yo no tenía una plática a la mano. Repentinamente, no sabía por qué estaba en esto. Todos esperaban que les hablara. Jesús no me entrenó para esto, así que ¿qué estaba haciendo ahí? Pero, ya era demasiado tarde.

 

Yo estaba ahí y todos estaban esperando que dijera algo.... En el fondo de mi mente, en un rincón secreto, sabía que esto lo estaba haciendo Jesús. Así que, con la confianza que esto me dio, hablé. Después de mi plática y sin imaginar su reacción, el Musulmán se levantó y con gran emoción nos abrió su corazón. Aparentemente, estaba muy conmovido por lo que dije y rompió en llanto mientras hablaba. Al verlo llorar, muchos otros se sintieron conmovidos y también empezaron a llorar por sus palabras. Cuando terminó, uno tras otro se levantaron y dijeron algunas palabras compartiendo el tema principal: RECONCILIACIÓN, PAZ, AMOR Y UNIDAD.

 

Nuevamente, intercambiamos direcciones para estar en contacto y promover la paz en el mundo. Recientemente, recibí un correo electrónico del director de la fe Bahai que dijo esto en relación a mí: “Ella es, verdaderamente, una mensajera de Paz y Unidad. Que Dios  derrame sobre ella Su Interminable Generosidad y la guíe a través de su causa de Amor”. Y firmaba Thomas Lee.

No nos sorprendamos por el camino en que Jesús nos está conduciendo. Hoy, el mundo está en peligro. El peligro de destruir, completamente, a la humanidad. Como escuchan en las noticias, hay violencia, odio y terrorismo. Hay una gran necesidad de que los líderes de cada religión se unan y dialoguen por la paz. Pero al mismo tiempo, estos líderes deben ser alentados para anunciar, fervientemente, a su propia gente, las palabras que usan en estas reuniones. Deben redoblar sus esfuerzos y usar todos los medios para anunciar sus palabras de paz, firme y eficientemente, para que lleguen a las personas que crean el caos.

 

Así que concluyo mi carta, deseándoles a todos un muy santo año 2003. Unidos en la oración,


Con amor,

Vassula



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