Enviado: Domingo, 28 de Julio de 2002

Asunto:  Su Rostro me sonreía sin cesar

 


Este testimonio fue enviado por Finita López, de Maracay, Venezuela.


Maracay, 15 de marzo de 2002
 
Estimada Hermana Mary Treviño:
 
Me pediste que te narrara por escrito lo que me sucedió el día más
feliz de mi vida, y con mucho cariño te complazco:
 
"Si mal no recuerdo fue el 10 de diciembre del año 2000, fui a Caracas
invitada por mi hermana y amiga Amalia,  para asistir a un encuentro
con Vassula Ryden en el Colegio Nuestra Señora de Belén en Los Palos
Grandes, llegamos retardadas pero con la suerte que La Profeta también
había llegado tarde. Al entrar al Colegio, fuimos directo a la Capilla
para saludar a La Virgen. Me quede sorprendida al observar que La
Virgen era la misma que habían presentado en un reportaje por
televisión, estaba bañada en sangre  y escarcha. En ese momento La
Virgen nos regaló muchas escarchas grandes y doradas, nos las comimos
y las adherimos en nuestro pecho. Nos dirigimos apuradas al teatro del
colegio y La Profeta Vassula Ryden estaba comenzando su predicación,
nos sentamos en las filas traseras, luego de escuchar su mensaje, nos
invitaron a que hiciésemos preguntas. Yo estaba muy emocionada, quería
hacer tantas que no se me ocurría ninguna, por fin pensé en una que
mas me preocupaba: la purificación de la humanidad. Nos levantamos de
nuestros asientos y esperamos nuestra oportunidad, fui la última, ya
se hacía tarde cuando tocó mi turno, le di los buenos días a La
Profeta y a su traductor, exprese mi pregunta y de seguidas,
deslizándose suavemente de derecha a izquierda, vi, sin sorprenderme,
frente a mi, como el rostro de Nuestro Señor se insertaba en el rostro
de La Profeta. Mi primera apreciación fue que Jesús se presentaba como
una figura joven, ingenua, casto, inocente, hermoso, muy delgado, de
color como dorado. Su rostro me sonreía sin cesar y yo me sonreía con
El. Posteriormente le vi transformado, como si fuese el Padre,
Omnipotente, majestuoso, radiante, sabio. Me sonreía  mucho, como
diciéndome que nadie te ama mas que Yo. Me pareció un Gran Rey,
amoroso, gran padre. Luego vi que se elevaba, y como diciéndome:
Sígueme. Volví al raciocinio humano y voltee a la derecha donde estaba
la traductora hablando, era  como si hubiese vuelto a la realidad. Me
dije: ¿Yo, sonriéndome fascinada con esta Señora (La Profeta)?
Después, extasiada me fui a mi asiento y terminó la alocución. Jamás
en mi vida vi tanta escarcha, grandes y de todos los colores, verde:,
dorada, roja, plateada.... ¡Que día tan hermoso !  Gracias".
 
Finita López de Rodríguez




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