Enviado: Viernes, 23 de agosto de 2002

Asunto:  ¡No podía seguir callada!

 


Este testimonio lo envía Mariángela Soto de Márquez, de Cali,
Colombia.


En el año 1990, viviendo en la ciudad de Barranquilla, al norte de
Colombia, recibí de una compañera de trabajo, un folleto que hablaba
de una señora llamada Vassula Rydén, donde introducían al lector
acerca de los inicios de su experiencia en la VVeD. Recuerdo que yo
estaba esperando que mi esposo se terminara de arreglar porque íbamos
para una comida, pero estaba tan impactada por lo que estaba leyendo,
y mi cuerpo y piel se encontraban tan estremecidos que, interiormente,
deseaba que se tomara todo el tiempo del mundo arreglándose, para que
me diera la oportunidad de terminar de leer ese folleto, que tanto me
estaba impactando.

Aunque era una católica "practicante", e iba a un grupo de oración
carismática y, de alguna manera, andaba detrás de Jesús, nada hasta
entonces había logrado impresionarme tanto como el folleto que estaba
leyendo. Al día siguiente, llamé a mi amiga y le expresé mis
sentimientos, a la vez que le pedí que me informara dónde podía
conseguir más información acerca de Vassula. Fui y compré tres
folletos más, y dentro de mí comenzaron a suceder muchas cosas.

Primero, nunca me había podido imaginar que el Señor fuera tan humilde
y hermoso, que pudiera sentir felicidad sólo con una sonrisa sincera,
de nuestros labios, para Él. Comencé a leer las tres oraciones que
recomendaba el Señor, para ser oradas diariamente, y las primeras
veces que lo hacía, no podía evitar que las lágrimas se me salieran
cuando llegaba a la parte de la Novena de la Confianza al Sagrado
Corazón, que dice: "Cuando el Padre Eterno, la vea cubierta con tu
Preciosísima Sangre..".

Aprendí, a través de los folletos, sobre el poder de la protección de
San Miguel Arcángel, que yo desconocía hasta el momento, y el Rosario
se volvió una devoción diaria. Una noche, fui atacada por el maligno,
y sentí como mi garganta era apretada, pero invoqué a San Miguel
haciendo la oración que había aprendido, y que continúo rezando,
diariamente, propagando, además, la devoción a este Arcángel. A través
de Vassula, conocí al Padre Pío, de quien nunca había oído hablar.

Garabandal fue otra de las grandes revelaciones que Vassula trajo a mi
vida. Compré un libro sobre estas apariciones, y conseguí una película
donde había información sobre este acontecimiento. Desde ese momento,
en el año de 1990, le pedí a la Virgen María que me permitiera llegar
hasta allá, como también a Medgujorge. Mientras tanto, yo no le
hablaba de otra cosa a las personas que estaban cercanas a mí, sino de
ese Dios Tierno, e infinitamente Amoroso, que se revelaba con tanta
humildad a una mujer griega ortodoxa.

En 1993, regresé a Cali, mi lugar natal, una ciudad completamente
paganizada, donde el narcotráfico pudo comprar conciencias, y sólo se
vivía para tener, comprar y gastar. No encontraba con quien hablar del
Señor, como lo hacía en Barranquilla, y mis amigas que había dejado
hacía 12 años, me escuchaban extrañadas y no entendían que hablara del
Rosario, la Eucaristía, etc. El Señor, que es Misericordioso, me fue
presentando algunas señoras que tenían las mismas inquietudes
religiosas y muchos deseos de evangelizar como yo. Comenzamos a
trabajar con la Arquidiócesis, organizando un Congreso Mariano, que
trajo como fruto un Congreso Eucarístico, al año siguiente. En esa
misma época, la ciudad fue asolada por la guerrilla, produciéndose un
secuestro masivo en la Iglesia La María, donde 70 personas, que
estaban en la Eucaristía, fueron llevadas a las montañas durante
muchos meses, con la consiguiente angustia, miedo y traumas propios de
una situación así.

Para esa época, navegando por Internet, encontré, por Bondad de Dios,
la página de Vassula. En ese momento, se conseguía hasta el folleto #
27 de los Mensajes de la VVeD, y ahora, estaba ante mí, en la
pantalla, una maravillosa página llena de magnífica información.
Escribí expresando el deseo de que Vassula pudiera venir a Cali, y
cual no sería mi sorpresa cuando me respondieron que era bastante
probable. Sabía, solamente, que el Padre Umaña, en la ciudad de
Zipaquirála, la había traído en 1994, y me puse en contacto con él. Se
sintió muy feliz, y conté todo el tiempo con su apoyo logístico y
moral.

Visitamos al Arzobispo de la ciudad, quien nos conocía muy bien, pues
le habíamos organizado, exitosamente, el Congreso Eucarístico de 1994,
y en esa época, le estábamos ayudando con el Congreso, que se
celebraría en octubre de 1998. Vassula, si todo salía bien, vendría a
Cali el 8 de diciembre del mismo año. Le entregamos al Arzobispo,
Monseñor Isaías Duarte Cancino, una carpeta con toda la historia de
Vassula, ya que imprimimos, en forma muy elegante, toda la página de
Internet, con los comentarios de todos los sacerdotes, que allí
expresan su opinión sobre ella. Además, el Padre Umaña había sido
compañero del Arzobispo, en el Seminario, por lo que podía investigar
con él, acerca de quién era Vassula Rydén. En enero de 1998, el
Arzobispo nos dio su autorización,  y aceptó reunirse con ella, cuando
llegara a la ciudad. Benito Prieto, de la VVeD de Venezuela, a quien
conozco y amo a través de Cristo, se puso en contacto conmigo, y
decidió que los hermanos venezolanos nos ayudarían costeando la visita
de Vassula, ya que la situación de crisis de la ciudad, no nos
permitía tener todos los fondos económicos  necesarios para traerla.

Faltando 20 días para que Vassula llegara, no sabemos a través de
quién se sirvió el maligno, y le habló al Arzobispo cosas terribles
acerca de la VVeD y de Vassula. Me mandó a decir que era imposible, y
no me autorizaba su presencia, en la ciudad. Lo que siguió, de allí en
adelante, fue un verdadero Vía Crucis, que terminó con una visita
terriblemente accidentada de Vassula. Conseguimos que en Duitama, otra
ciudad de Colombia, la recibieran, ya que ahí habían muchos grupos de
oración de la VVeD, y la persona quien los dirigía conocía al Obispo,
el cual la autorizó y apoyó. Una semana antes de que Vassula llegara,
el Obispo recibió la llamada de Monseñor Duarte Cancino, quien lo
previno para que no apoyara dicha visita. A nuestros ojos, la
organización de la visita había sido un fracaso.

Después de un viaje agotador, desde Roma, con todos los tropiezos
posibles, Vassula llegó a Bogotá, acompañada por el Obispo ortodoxo,
de Lyon, y enseguida, fueron trasladados en un pequeño bimotor hasta
la ciudad de Duitama. En la Iglesia, la esperaban unas pocas personas
que no se dejaron intimidar por la prohibición, y habían decidido ir a
escucharla. Aún el día de hoy, no tengo respuesta sobre todo lo que
aconteció en ese momento. Tuve una terrible crisis con la jerarquía de
la Iglesia, y mucha rabia con mi Arzobispo, a quien le dirigí una
carta respetuosa, pero en términos duros, manifestándole mi
preocupación sobre la forma en que ellos estaban alejando a los
católicos de las Iglesias, contribuyendo, con esa actitud, a que las
iglesias de "garaje", aumenten en el mundo. Nunca me contestó, pero
pienso que como fruto del dolor y la frustración personal que tuve, el
Señor me permitió continuar trabajando para Él, y fue así que, junto
con otras amigas, asumimos el proyecto de construir una Capilla de
Adoración Perpetua, que cumplió 2 años de funcionamiento, el pasado 16
de julio. Porque el Señor así lo quiso, tuve que presentarme,
nuevamente, ante el Arzobispo para pedirle permiso para la
construcción de la Capilla, oportunidad que el Señor utilizó para
sanarme de toda la rabia que por él sentía. Nos apoyó, la bendijo, y
meses después, cayo muerto por las balas asesinas de los
narcotraficantes de la ciudad, enfurecidos por sus declaraciones ante
la prensa. Deseo que él esté gozando de la presencia del Señor, en
este momento, y que su sangre convierta a muchos cristianos de este
lugar.

Todo este trabajo es paralelo a mi actividad de maestra en un colegio
para niños de clase social alta de la ciudad, donde el Señor Jesús
quiso ubicarme desde hace 8 años. Por razones de estudio, pero como
parte de un regalo que el Señor estaba armando para mí, se presentó la
oportunidad de hacer una maestría a distancia con una universidad de
España, en la ciudad de Cuenca, debiendo estar presente,
obligatoriamente, durante 15 días. Tuve un año escolar muy duro,
porque el estudio de la maestría, el trabajo, la familia, y la Capilla
de Adoración, de la que soy encargada de sus finanzas y mantenimiento,
así me lo exigían. El premio ya Jesús lo tenía en sus manos.

Con el viaje, se me presentaba la oportunidad que siempre había
deseado: visitar GARABANDAL. El problema era si la otra profesora que
iba conmigo quería acompañarme, y cómo llegar hasta allá, ya que
algunas personas que habían ido me dijeron que era muy complicado, y
todas se habían perdido tratando de llegar. Quería ir a Fátima,
también, y para visitar los dos lugares sólo disponía de cuatro días.

Llegando a Madrid, visitamos dos agencias de viajes para que nos
ayudaran a organizar los hoteles y el transporte, pero ni siquiera se
tomaron el trabajo de escucharnos. Seguimos caminando por el sector
del Sol y la Gran Vía, en Madrid, cuando vimos la Iglesia de La Virgen
del Carmen. Era el 8 de julio, y le dije a mi amiga que entráramos
porque Ella era la única que nos podía ayudar. Además, esa es la
advocación de la Virgen de Garabandal. Cuando salimos de la Iglesia,
nos encontramos, a unos pocos pasos, una agencia de viajes que estaba
cerrada porque no eran horas de atención al público, pero su dueño,
nos abrió, nos recibió, y comenzó el milagro. Nos consiguió tren y
hotel para Fátima, una reservación en la posada San Miguel, y el
alquiler de un carro para irnos, por carretera, hacia Garabandal.

En el folleto número 12, había leído el testimonio tan hermoso de la
visita de Vassula a Garabandal, pero la dificultad para llegar hasta
allí. Del Internet, había impreso el mapa para llegar, desde el sitio
Torrelavega, hasta ese rincón del mundo donde está incrustada la aldea
de Garabandal. Mi compañera, que es muy buena para leer mapas y
ubicarse, pero muy nerviosa para manejar, se sentó como pasajera y yo,
con la fuerza y certeza de que el Señor era quien nos llevaba, manejé
desde Madrid, a las once de la mañana, con gran facilidad, como si
hubiéramos nacido y crecido allí. El Señor nos iba mostrando el camino
hasta tomar la autopista.

Quiero hacer un paréntesis aquí, para contarles que mientras estaba en
la estación del tren, en Portugal, a las diez de la noche, esperando
el tren para regresar a Madrid y salir a Garabandal, leí mi correo
electrónico, en un negocio de Internet, y cual no sería mi sorpresa al
leer el artículo, del 11 de julio de 2002, que se envió al Foro de la
VVeD, acerca de Garabandal. ¡Justo en ese momento!. ¡Justo cuando
faltaban unas pocas horas para salir para allá!. ¡Sentía que Jesús me
estaba confirmando que iba invitada por Él!.

Manejé, sin ningún temor, hasta Burgos, y allí mi amiga empezó a
conducir, y yo a leer el mapa. Rezamos tres Rosarios, contemplando
cada uno de los Misterios, como corresponde a una peregrinación, y el
Señor nos iba guiando, y sus ángeles, cuidando de nosotras. A las seis
de la tarde, vimos el letrero de Garabandal, a 5 km. Mi corazón saltó
de alegría y las lágrimas me corrían. Me bajé del carro y me tomé una
foto al lado del aviso. ¡Mi sueño, acariciado, desde 1990, se hacía
realidad!.

Llegamos a la Posada San Miguel, y salió a recibirnos María José,
quien no podía ser más que un ángel que el Señor había colocado. Llena
de alegría y amabilidad nos recibió e indicó nuestra habitación. Abrí
la ventana, y desde ahí, ¡se apreciaban ante mí, los Pinos de
Garabandal!.

Enseguida, bajamos y comenzamos el camino hacia los pinos, haciendo el
Vía Crucis, que allí se encuentra. Cuando estuvimos frente a los
pinos, en el silencio de la tarde, comencé a darle gracias a Dios y a
la Virgen María, por haberme permitido ese regalo. Sentada sobre un
tronco, sin ningún apuro, le entregué al Señor a todas las personas
que me habían pedido oración, y todas las intenciones que llevaba. Se
presentó una brisa, que al pasar por entre las hojas de los árboles,
emitían un sonido muy hermoso y desconocido. A las once de la noche,
la aldea entró en el silencio mas profundo del que yo tenga
conciencia. El sueño fue plácido, reparador y feliz. Escuchamos la
Misa en la Iglesia de la aldea, y el sacerdote terminó haciéndonos
esta pregunta: ¿Qué estoy haciendo yo por el Señor?.

Regresamos, nuevamente, a la capillita que está camino a los pinos, y
con la bendición del Señor y su compañía, emprendimos el camino de
vuelta a Madrid. Seis horas después, estábamos entrando, guiadas por
Jesús, exactamente al garaje del alquiler de carros. El Señor nos
había llevado y traído, y mi sueño se convirtió en realidad.

Ya estoy de regreso en Colombia, y le pido a Dios que me muestre que
más quiere que haga por Él, ya que, sin merecerlo, me llevó a un lugar
tan importante para los católicos de este tiempo. Hay una promesa
sobre este lugar, y sólo le pido al Señor que me tenga en la lista de
su Misericordia, para alcanzar su favor, en el día de la tribulación.

Me sentía obligada a contar este testimonio, ya que fue a través de
Vassula, y la VVeD, que tuve la oportunidad, hace doce años, de
conocer todos estos tesoros.

Mariángela Soto de Márquez



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