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Dos Testimonios sobre el
Quinto Encuentro Latinoamericano
de la VVeD en Brasil
2008
Testimonio de Magali García de Buenos Aires, Argentina
L
OS
PEDIDOS
,
LAS
EXPECTATIVAS
,
LAS
ILUSIONES
Estaba leyendo la invitación del Retiro por mail, y repentinamente sentí muchas ganas de ir.  Miré la Imagen de Jesús que
tengo el living de mi casa y le dije: “Señor, a mí me encantaría tener este encuentro conTigo, pero no sé si puedo
enfrentar el gasto.  Si Tu quieres que vaya, te pido que lo hagas posible…”  A los pocos minutos llamó mi papá por teléfono
preguntando qué quería de regalo para Navidad.  No estaba segura de que mi papá iba a aceptar, pero le dije que quería
de regalo para mí y para Lorena este Retiro.  Conociendo a mi papá, ¡no me caben dudas de que El Señor actuó en él!
Un día antes de embarcarnos al Retiro, fui a Misa a pedirle a Jesús que haga de mí y de mi hermana dos esponjitas para
que podamos absorber todo lo que El quisiera regalarnos.  También le agregué un pedido: que me conceda la gracia de que
me encante orar.  Este pedido viene como una continuación de una gracia que el Señor me concedió en el poquito tiempo
que asistí al Retiro del 2007 con el Padre Teófilo, que fue una necesidad de “orar con el corazón”… yo quería aprender a
orar con el corazón.  El Espíritu Santo puso esta necesidad en mí… y a pesar de que no puedo afirmar que aprendí, al
menos puedo asegurar que estoy mejor…
C
OMPAÑERAS
DE
C
UARTO
Al llegar me sentía algo cansada.  Nos asignaron una habitación compartida con Ana Cousillas y Ana Kosthalas y a pesar de
que yo iba mentalizada a compartir habitación, debo admitir que me preocupó ver el espacio reducido y un solo placard y,
peor aún, un baño para todas.  Lorena decidió ir a plantear el tema.  Creo que ambas teníamos mucha ilusión de estar
juntas y solas porque cuando éramos más chicas, solíamos hacer algunos viajes juntas y disfrutarlos mucho y hacía más de
12 años que no habíamos vuelto a tener una experiencia semejante.  Veíamos este Retiro como una oportunidad de volver
a tener un encuentro más cercano.  Cuando bajó a hablar con Paulina, yo le dije a Jesús que si El quería y si le agradaba
nos concediera estar solas, pero que no quería salirme de Su Voluntad.  Más tarde supe que mi hermana había hablado lo
Boletín de
                     La Verdadera Vida en Dios
20 de mayo de 2008
http://www.tlig.org/sp.html 
"Soy Yo, tu Salvador,
Quien ha venido a ti para sanarte,
alma amadísima."
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mismo con Jesús mientras bajaba a la Recepción.  Así fue como nos otorgaron una habitación para nosotras, lo que
enseguida consideré un gran regalo del Señor.  Fue una mezcla de pena de dejar a las “Anas” y de alegría porque iba a
revivir el reencuentro con mi hermana, que ella sintió que perdimos cuando me casé… Pero igualmente siempre que veía a
las “Anas”, tanto en el comedor como en la Sala , sentía un cariño especial, sentía que, de alguna forma, eran aún mis
“compañeras de cuarto”. 
L
A
C
OMUNIÓN
Al comenzar el Retiro, la primera charla fue la explicación de la Misa ortodoxa.  Nunca había participado de una Misa
ortodoxa y la forma de comulgar me hacía sentir algo incómoda (supongo que por ignorancia).  Esa noche me resultó difícil
conciliar el sueño: sentía miedo de que se me cayera la Comunión antes de que esté en mi boca, tampoco estaba segura,
porque al ser otra consistencia distinta a nuestra Hostia, mezclada con el vino, me parecía que no me iba a gustar
comulgar así…no me convencía demasiado lo de la cucharita.  Me sentí invadida por un gran negativismo y ni siquiera podía
esforzarme para pedirLe al Señor que me ayudara (a pesar de que tenía claro que estaba siendo, en cierta forma
“atacada”).  Finalmente me dormí con la convicción de que iba a hacer la Comunión Espiritual y a esperar una Misa
católica para comulgar con las especies.  Al día siguiente en la Misa ortodoxa, miré Esa imagen de Jesús, enorme,  con esa
frase que me impactó tanto: “Mírame y Sonríeme” y era como si me hablara.  A la hora de comulgar Lorena fue decidida a
la fila y encima me mira y me dice: “no puedo fallarLe a Jesús”.  Me sentí tan culpable!!! Y tan tonta!!!  Yo tampoco
quería fallarLe a Jesús.   No podía dejar a Jesús esperándome…así que le dije: “voy para agradarTe”.  Grande fue mi
sorpresa porque  El terminó agradándome muchísimo más a mí.  Nada de lo que yo había temido tanto, ocurrió, sino todo
lo contrario! El Pan con el Vino me resultó particularmente dulce, pero, más aún, sentí una emoción enorme.  Siempre me
emociona mucho comulgar; sin embargo ahora parecía más intenso el sentimiento, hasta sentí mucho más fuerte el latido
de mi corazón…me daba la sensación de que otros podían oír mis latidos de lo enérgico que sonaba.  Y al mismo tiempo
sentía como si Jesús me dijera: “Soy Yo!…Soy Yo Mismo, El Mismo!!!”.  Enseguida recordé mi pedido de que me transforme
en esponjita y cómo el Señor me lo estaba concediendo!  Era la Primera Misa y ya empezaba a recibir, a aprender cosas
nuevas… y al mismo tiempo empecé a ver mi pequeñez y a sentirme tan poco merecedora de todo eso!!! (y eso que todavía
no habían transcurrido las primeras 24 horas!).
En la siguiente Misa ortodoxa, unos días más tarde ocurrió que se acabó el Pan Consagrado en el momento de la
Comunión.  Los sacerdotes católicos no dudaron en ir a buscar las Hostias Consagradas para ser repartidas a quienes les
faltaba comulgar.  Yo no noté este hecho, sino que me lo contaron al finalizar la Misa , pero ahora que pienso a la
distancia, siento que Jesús nos dijo a todos, a los 200 que estábamos ahí, lo mismo que me pareció sentir en la Primera
Misa : Soy Yo!...Soy Yo Mismo, El Mismo!!!
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A
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RACIÓN
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A
A
DORACIÓN
.
Otro regalo grande que recibí, fue la necesidad que se encendió en mí de hacer Adoración al Santísimo.  Había hecho muy
pocas veces Adoración y ninguna me había sentido así.  El cuarto que habían preparado lo hacía tan íntimo y se percibía tal
Paz, que funcionaba para mi alma como una especie de imán potente.  Me sentí atrapada por el Santísimo Sacramento…
me hacía muy feliz!  Cada vez que iba, le decía a Jesús: cómo voy a extrañar esto en Buenos Aires! Y efectivamente es una
de las cosas que más extraño.  A pesar de que transcurrió casi un mes, sigo sintiendo esa sed de poder encontrarme con
Jesús en la Adoración , y estoy buscando un lugar que sea así de íntimo como aquél…
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L
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ERFUME
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En la mitad del Retiro, el día Miércoles, Lorena tuvo una especie de “ataque”, en el que no voy a entrar en detalles por
respetar su experiencia personal, pero cuando mencionó que quería volver enseguida a Buenos Aires, me desanimé mucho
y solo se me ocurrió pedirLe a Jesús que por favor actuara (¡yo no quería irme!).  Enseguida llegó un perfume (como una
mezcla de flores y de incienso) que iba desde Lorena hasta mí, alternándose entre una y otra: cuando lo sentía una, la otra
dejaba de percibirlo por unos minutos y luego volvía.  Le pedí al Señor que si no venía de El, que por favor saque ese
perfume de nosotras, pero que si venía de El, le agradecía inmensamente este regalo.  Yo había sentido ese perfume muy
temprano en la mañana de ese mismo día, al rezar el Rosario, de manera que tampoco me inquieté demasiado. 
Permaneció con nosotras un par de horas y además se sumó un sentimiento de Paz.  Lorena cambió de opinión con respecto
a volver a Buenos Aires.  Desde ese día en adelante, el perfume aparecía cada noche y nos acompañaba un buen rato antes
de que nos durmiéramos… Bendito sea Dios!
E
L
V
IAJE
DE
V
UELTA
Recuerdo que me preocupaba el regreso a Argentina, ya que nos habían cancelado el vuelo y de la agencia habían
notificado que rechazábamos la alternativa de volver en un viaje que nos llevaría el día entero.  La opción que teníamos
asegurada era la de quedarnos 4 días más en Camboriú, pero extrañábamos tanto a nuestros hijos que ya empezaba a
angustiarme.  En una de mis visitas al Santísimo, le llevé el pasaje y le dije al Señor que quería entregarLe ese problema a
El, porque de tan preocupada que estaba, me distraía en algunas charlas y sentía que me hacía perder la Paz.  Partimos al
aeropuerto entregadas a lo que Dios dispusiera para nosotras.  Al llegar nos derivaron a otro mostrador donde nos atendió
un lugareño que en su credencial decía su nombre: “Cristiano”, lo cual nos hizo pensar a Lorena y a mí que Jesús se estaba
ocupando.  Embarcamos en un vuelo a Porto Alegre y a pesar de que casi perdemos la conexión a Buenos Aires, logramos
llegar ese mismo día y sin tanto ajetreo…
L
OS
J
ÓVENES
Lamento que hayamos tardado tantos días en concentrarnos los “jóvenes”.  Me pareció particularmente divertida la idea,
ya que en una vez, estando yo en Misa en los avisos parroquiales convocaron a los jóvenes para una determinada actividad
y cuando yo pensaba si podría arreglar mis horarios para sumarme, el sacerdote menciona que la edad “tope” era de 24
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años…y me sentí particularmente mal por quedar excluida de los jóvenes… Se ve que hasta de eso quiso el Señor
consolarme!!! Con tanta Bondad!  Larissa me pareció una lindísima persona y aunque por momentos nos llamábamos “los
Jóvenes” realmente nunca hubo una división, al menos para mí, sino que hubo una suma de alegría.  Me daba mucho gusto
que en realidad todos pertenecíamos al grupo de “los Jóvenes”, ya que en ningún momento se hizo una separación de
“edades”…(Hugo, por ejemplo, siempre se sintió parte, así que él puede testimoniar sobre esto también).
El Señor nos regaló a Lorena y a mí dos hermanas más: Hilda y Julieta de México…dos personas maravillosas.  ¡En qué poco
tiempo llegamos a amarnos tanto! Creo que Dios provoca a veces ese “efecto”…
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AS
CHARLAS
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Las charlas nos han dejado distintas cosas para reflexionar. 
Me quedó particularmente grabado el episodio en el que el Padre Teófilo grita “tengo sed”! en el mismo momento en que
Ana Lizarralde venía acercándose con el vaso de agua.  Me gustó mucho que el Señor muestre Su Humor, el cual no siempre
podemos percibir porque estamos demasiado pendientes de nuestras cruces. 
Me dolió escuchar cuando Vassula contó que en Estados Unidos se ha borrado el nombre de Jesús en el tiempo de Navidad y
me quedé pensando que quisiera que NUNCA pase eso en nuestro país. 
En cuanto a algunas charlas y homilías en portugués que no comprendí (Larissa me explicó que el portugués de Brasil va
variando según la región y por eso a algunos se les entiende y a otros no…tal como ocurre en nuestro país) me hizo pensar
que para llegar a  la Unidad de los Cristianos, aún nos falta trabajar varios aspectos y desear la unidad con el corazón.  Si
bien por momentos había unidad entre los de habla portugués y los de español (cuando cantábamos y rezamos el Rosario),
por momentos faltaba esa unidad.  Vi que algunos se molestaban cuando se hablaba en español o cuando había que
traducir a los 3 idiomas.  Me quedé pensando que todavía nos falta aprender mucho acerca de la tolerancia…y del amor. 
No quiero extenderme demasiado pero este Retiro fue para mí un Inmenso Regalo del Señor, del que todavía sigo dando
gracias.  A pesar de haberse cumplido un mes, todavía sigo trayendo a mi mente distintos momentos y vivencias.  Y aún
tengo mucho para meditar.  Antes del Retiro, yo no tenía tanta confianza con El Espíritu Santo…
Magali García
Buenos Aires, Argentina
Testimonio de Hilda Farah de la Ciudad de México, México
Para dar mi testimonio, es necesario que me remonte al 24 de agosto de 2006, fecha en que le diagnosticaron a Salvador,
mi novio, cáncer de páncreas.  Ahí empezó un largo vía crucis (me tomo el atrevimiento de llamarlo así, porque
justamente así lo vivimos). Los médicos nos dijeron que con la operación que le hicieron, aparentemente, habían quitado
todo el tumor. Éramos, además afortunados, pues los tumores en el páncreas rara vez se pueden operar.
Mi mamá y yo enviamos pedidos de oración a toda la familia de la Verdadera Vida en Dios, en todo el mundo. Muchísimas
personas que no conocemos, más que por Internet y espiritualmente, nos respondieron de manera maravillosa. Enviaron
palabras de aliento, asegurándonos que nos ponían de manera inmediata en sus peticiones personales y en las de sus
grupos de oración.
Tengo que mencionar que Elgin Díaz, de Nicaragua, y Martha Maturana, de Colombia, amigas ambas a quien conocí por la
VVeD, en distintas ocasiones me decían que orara, pero que aceptara la Voluntad de Dios. ¡No saben cuánto me hacía
enojar escuchar eso, porque en mi ignorancia y soberbia esto representaba perder la esperanza de que Salvador se sanara!
Un domingo, saliendo de Misa, antes de iniciar las quimioterapias, le  pedí al sacerdote que le hiciera una pequeña oración
para que todo saliera bien. Así lo hizo, y culminó con las palabras: “pero que no se haga nuestra voluntad, sin la Tuya”.  En
mi increíble soberbia, me enojé muchísimo. Y tuve el atrevimiento de decírselo al Padre. ¿Cómo se le ocurría decir algo
así? ¿Qué tenía que ver la Voluntad de Dios en todo esto? Él es Bueno, entonces ¿por qué hacía esa salvedad de que se
hiciera Su Voluntad?
Jamás me imaginé todo lo que tendría que pasar para que yo aprendiera a aceptar, humildemente, la Voluntad de Dios.
En octubre de 2006, Salvador inició 10 sesiones de quimioterapia intravenosa, seguidas de dos meses de radiaciones y
quimioterapia por vía oral. Milagrosamente su estado de salud general era bastante bueno. No había perdido el apetito, y
con excepción del cansancio, tenía una vida semi-normal, aunque no le permitía trabajar.  En marzo de 2007, me pidió que
me casara con él, a lo cual accedí felizmente, pues el tratamiento finalizaba en mayo.  Fijamos la fecha de la boda para el
1° de diciembre. Para entonces, él ya habría conseguido trabajo y todo estaría bien.
El 24 de junio de 2007, al hacerse un chequeo, como simple monitoreo, nos dan la noticia de que ahora había metástasis
en el hígado. Un tumor. No puedo expresar lo que sentí. Estaba como en shock. Mi corazón estaba muy golpeado. ¿Qué
estaba pasando? ¿Por qué Dios no me escuchaba? Siguieron dos meses de otra quimioterapia mucho más agresiva.  Al
siguiente chequeo, ya eran 5 tumores. Sólo quedaba un tratamiento experimental, al que se sometió, con mucho
entusiasmo. Él quería vivir.
Durante todo este tiempo, Salvador fue acercándose a Dios. Se confesó después de más de 20 años, volvió a asistir a Misa
todos los domingos, y cuando acabó el primer ciclo de quimioterapias, salimos del hospital directo a la Iglesia a darle
gracias a Dios y a la Virgen.  Después , cuando no había mejoría en su salud, empezó a orar conmigo, incluso Novenas a la
Virgen, al Sagrado Corazón, a San Expedito, a San Ezequiel. Bueno, con toda la Corte Celestial tuvimos que ver. 
Todo esto me hacía más inexplicable el aparente silencio de Dios.  Fue mucho después, que me di cuenta, de que todo esto
era un Maravilloso Milagro de Dios, y que sólo yo en mi sordera espiritual no lo escuchaba.
Después de un mes y medio de tratamiento experimental, precisamente el 31 de octubre de 2007, los médicos nos dijeron
que no sólo no funcionó, sino que además ahora eran 7 tumores en el hígado y uno en el pulmón. No quedaba ya nada que
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hacer.
Y es en este momento en donde ocurrió un parteagüas.  Salvador cayó en una terrible depresión, que paulatinamente, y sin
que yo me enterara, se convirtió en aceptación de la Voluntad de Dios. Por mi parte, yo me convencí de que Dios estaba
permitiendo esto para mostrar de manera más grande su Infinita Misericordia para cuando hiciera el Milagro de su
sanación. “Nada es imposible para Dios”, le repetía a todo el que me diera consuelo. “Sigamos orando. Dios lo va a sanar.
Sanó a la hemorroísa, a miles de leprosos, resucitó a Lázaro. ¿Qué son para Él ocho tumores? Nada.” Estaba segura que Dios
iba a sanarlo. No podía dejar de escuchar a tantas y tantas personas que oraban por su salud.
Noviembre y diciembre fueron meses terribles. Salvador falleció el 10 de enero de 2008.
¿Qué había pasado? ¿Dónde quedó el Milagro que estuve esperando?  Nuevamente, mi soberbia tomó su lugar, y esta vez,
me peleé con Dios. Hasta ahí habíamos llegado. Les confieso que dije cosas horribles, tan feas que inmediatamente corría
a confesarme porque dentro de mí sabía que lo que acababa de decir era una blasfemia.  Y a pesar de todo, Dios en su
Infinita Misericordia, a través de sus sacerdotes (porque sí, fue más de una vez), me hablaba con dulzura, paciencia,
comprensión y me perdonaba. Y ¿qué hacía yo? Volver a caer, y a pelearme.
Muchísimas personas me hablaban de la multitud de milagros que habían ocurrido: Salvador no tuvo dolores. Ocho tumores
y no tuvo dolor. ¡Nadie, absolutamente nadie, podía creer eso! Además, murió en su sueño. Sin estertores, sin dolor, sin
angustia.
Lo más importante fue que Salvador se acercó a Dios. Un sacerdote que le hizo oración y quien platicó con él, en
diciembre, me comentó después, que Salvador le dijo que él ya había aceptado que su ciclo en la tierra se había
terminado. Le dolía por mí. Claro, ahora sé por qué. Él podía ver mi resistencia a aceptar la Voluntad de Dios. Y es por
esto que él y yo jamás tocamos el tema.  Todas las oraciones habían sido escuchadas por Nuestro Padre, pero mi dolor me
impedía ver.
Por mi parte, aún a pesar de lo que escuchaba, era presa de la rabia. Tenía tanta rabia que veía rojo.  Nada me consolaba.
Sobre todo, nada aminoraba el enojo. Con excepción de la rabia, iba por la vida sin sentir, veía sin mirar, oía sin escuchar.
Fue así que en una increíble apatía llegué a Camboriú, al Quinto Retiro de la Verdadera Vida en Dios.
El primer regalo que recibí fue a Magali y Lorena García de Argentina. Dos hermanas que inmediatamente se convirtieron
en mis hermanas.
El segundo día, lunes, cuando los Sacerdotes llevaron al Santísimo Sacramento al auditorio para Adoracíon, empecé a llorar
como hacía mucho que no lloraba. Durante esa media hora, lloré y lloré, reclamándole a Dios.  Esa noche, mi enojo se
había acrecentado. El martes lo mismo. Llegó el Santísimo y nuevamente me puse a llorar desconsolada. Y mi rabia seguía
aumentando.
Nada de lo que todos mis hermanos (porque no tengo otra manera de llamarlos) me decía, me consolaba.  Al contrario,
todo lo que escuchaba me hacía enojar más.
Pablo Cuomo, de Argentina, me dijo que tal vez todo eso tuvo que pasar para que yo aprendiera a aceptar la Voluntad de
Dios.
Vassula misma me dijo que Dios me había enviado a la vida de Salvador para acercarlo a Dios y acompañarlo en su
enfermedad.  Él ya estaba con Dios. Estaba mucho mejor que yo. Era natural que lo extrañara. Jesús lloró al enterarse de
la muerte de Lázaro.  Pero Salvador ya estaba gozando de la vida eterna.
Le pregunté a Nuestro Señor: “¿A qué me trajiste? Ahora estoy peor que cuando llegué. ¿Así me vas a dejar? No permitas
que me vaya seca como llegué.”
Magali me decía palabras hermosísimas, pero yo, terca como mula, me enojaba más y más.
Magali y Lorena me aconsejaron que hablara con el Padre Teófilo. El problema era que todos querían hablar con el Padre
Teófilo. El martes por la noche, alrededor de las 11:30 PM subí muy triste hacia la Capilla. Pensé que al menos platicaría
con Jesús, ya que no encontré al Padre Teófilo.
Al subir la escalera, me encontré con un sacerdote brasileño, el Padre José María. Se me quedó mirando fijamente. Le
pregunté si hablaba español y me dijo que no. Entonces le di las gracias y seguí subiendo. Me preguntó por qué y le dije
que quería confesarme, pero pues si él no hablaba español, no tenía caso.  Para mi sorpresa, me dijo que entendía español
y que él hablaría despacio para que yo entendiera el portugués.
Y así, empecé a contarle toda la historia que les acabo de narrar. Mi enojo era impresionante. De pronto dejé salir las
palabras: “Dios me traicionó”.  Y me ahogué en llanto. El Padre, con mucha paciencia, empezó a hablar conmigo sobre la
Voluntad de Dios, sus propias experiencias para aceptarla y cómo Dios, Nuestro Padre, nunca quiere nada malo para sus
hijos.
Se levantó, me impuso las manos y oró sobre mí. En ese momento, sentí, literalmente, que un tapón se salía de mi
corazón. De verdad, lo sentí físicamente.  De pronto me invadió un fuego y sentí una oleada inmensa de amor por Dios. Me
invadió una sensación de felicidad, de paz, pero sobre todo de amor, mucho amor. No había más enojo, no había más
rabia.  Todo mi ser quería alabar a Dios y bendecirlo.
El Padre José María me pidió que orara un salmo con él y me despidió.
Inmediatamente, subí (corrí) a la Capilla y me postré ante el Santísimo. Ahí hablé con Jesús y le dije: “Señor, vengo a
entregarte a Salvador. Aquí se queda contigo. Todo el dolor, la tristeza, la angustia, todo lo malo te lo entrego Señor. Te
doy gracias por todo. Gracias por haberme permitido amarlo y acompañarlo. Lo volvería a hacer, si así lo quisieras. Me
llevo solamente los buenos recuerdos. Sé que está Contigo y te doy las gracias.” Luego, le pedí perdón por mi soberbia, por
todo lo que lo había ofendido y le dije que ahora entendía Su Voluntad y que si Él era mi Dios y Señor yo no volvería a
cuestionar Sus Designios. Finalmente, lo bendije por ese amor que el Espíritu Santo había encendido dentro de mí. Lo más
Milagroso es que lo dije con el corazón.  ¡Sí lo sentía!
Después de esto, viví el Retiro de manera más plena. Incluso fui, por primera vez en mi vida, a hacer una hora de
Adoración.  Fue un momento maravilloso. Cada vez me sentía más feliz.
De regreso a casa, en México, nadie podía creer lo cambiada que llegué. Mi tristeza constante, mi cara de angustia no
estaban más.  No hablaba más de Salvador. Lo tengo en mi corazón, pero sé que está con Dios.
Por supuesto que el enemigo me ataca de repente e intenta volver a llenarme de angustia y tristeza. Pero Magali se
encarga de hacérmelo ver (por e-mail) y me manda de regreso a hablar con Jesús. Ayer le dije que ya no me sentía capaz
de escribir este testimonio, pero las dos nos unimos en oración al Espíritu Santo, y esto es lo que salió.
Sólo puedo decir, con todo mi corazón: “¡Bendito sea Dios! ¡Bendita sea Su Santísima Voluntad! ¡Bendita sea Su Infinita
Misericordia que me perdonó mi soberbia y mi terquedad!  ¡Gloria a Dios por Su Bondad! ¡Alabada sea Nuestra Madre
Santísima, la Virgen María , por haber intercedido por mí! ¡Gloria, gloria a Dios, Tres Veces Santo, y al Espíritu Santo que
encendió ese fuego de amor en mí!  ¡Gloria al Espíritu Santo, el Verdadero Consolador, Quien sana nuestras heridas!”.
Hilda Farah
México, Distrito Federal
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