DISCURSO DE VASSULA EN LA PEREGRINACIÓN DE LA VVED
2007
 
 
 
Queridos amigos de la VVED:
 
 
 
A continuación se encuentra el discurso dado por Vassula, el 25 de mayo de 2007, en el hotel Adakule, en Turquía,
durante la reciente peregrinación de la VVeD. Por favor, compartid este discurso con todos los lectores y amigos de la
VVED y con los miembros del clero de vuestro país.
 
 
 
Este discurso fue dirigido a una audiencia de 500 peregrinos de 59 países distintos, entre los que se hallaban un
cardenal, un arzobispo, nueve obispos y clérigos y laicos de dieciocho denominaciones cristianas y otros credos.
 
 
 
El discurso mereció dos minutos de ovación en pie por parte de todos los presentes. La respuesta de Vassula a esta
expresión de profunda gratitud hacia ella fue volverse hacia los iconos de Jesús y María y señalarlos diciendo:
“Gracias, Jesús y María”.
 
 
 
Este discurso es una poderosa llamada profética a todos los cristianos y a todas las denominaciones. Sacude las
conciencias y exige una respuesta. Debe ser difundido en todas partes entre las personas de la VVED, y todos los
lectores de la VVED deben trasmitir este mensaje a sacerdotes, obispos, ministros e iglesias.
 
 
 
La Verdadera Vida en Dios es una llamada a la Unidad. Todas las personas de la VVED tienen la responsabilidad de
difundir ampliamente el libro titulado “La Unidad, Virtud del Amor” (No está aún en la web en español, pero sí está
publicado y puede pedirse a EDIBESA, España).
 
 
 
Incluyamos ahora una copia del discurso de la Peregrinación 2007 de Vassula en cada libro de la Unidad que se
distribuya. Nosotros, lectores de la VVED, debemos orar y ayunar acompañando a este mensaje, para que se abran los
oídos y cambien los corazones.
 
 
 
Debemos permitir ahora que las gracias de esta última peregrinación florezcan y se expandan.
 
Boletín d
                     La Verdadera Vida en Dio
18 de junio de 2007
http://www.tlig.org/sp.htm
 
"Soy Yo, tu Salvador,
 
Quien ha venido a ti para sanarte,
alma amadísima."
 
pg_0002
 
 
Padre John Abberton y Padre Tony Sullivan
 
15 de junio de 2007
 
____________________________________________________________________________________
 
 
 
 
PEREGRINACIÓN VVED 2007
 
 
 
  
La Iglesia es una y siempre ha sido una, pero la gente de la Iglesia es la que con sus enfrentamientos, sus prejuicios,
su orgullo y sobre todo su falta de amor los unos por los otros han logrado dividirse entre sí, ¡y todos lo sabemos!
 
 
 
Cristo, ofendido, dijo en un mensaje: “Mi Reino sobre la tierra es Mi Iglesia, y la Eucaristía es la Vida de Mi Iglesia,
esta Iglesia que Yo Mismo os he dado. Yo os había dejado con una sola Iglesia, pero apenas Me fui, apenas volví la
espalda para ir al Padre, ¡vosotros redujisteis Mi Casa a una desolación! ¡La arrasasteis hasta el suelo! Y Mi
rebaño anda errante de izquierda a derecha… ¿Cuánto tiempo aún he de seguir bebiendo el Cáliz de vuestra
división, el cáliz de la aflicción y la devastación?” (
14 de noviembre de 1991
)
 
 
 
Debemos tomar en consideración este lamento de Cristo, y la búsqueda de la reconciliación y la unidad debe
impregnar toda la vida de la Iglesia y convertirse en nuestra prioridad para alcanzar esa meta que es la meta de
Cristo. Es nuestra deuda con Dios, es nuestra obligación con Dios y es nuestra responsabilidad para
salvaguardar la credibilidad de la Iglesia.
 
 
 
Sin embargo, por muchos esfuerzos que haga la Iglesia por alcanzar esa meta, mientras no se unifique la Fiesta de
Pascua y no la celebremos juntos, nuestra división persistirá y no habrá ningún progreso, porque hace ya años que
Cristo les ha estado pidiendo que unifiquen las fechas de Pascua, prometiendo que si se hace eso, Él hará lo demás
para unificarnos y llevarnos a una completa unidad.
 
 
 
Jesús dijo: “Permaneced en Mi amor. Si guardáis Mis mandamientos, permaneceréis en Mi amor” (Jn 15, 9-10) En
caso contrario, dice el Señor: “Si alguno no permanece en Mí, es arrojado fuera como el sarmiento, y se seca; luego
los recogen, los echan al fuego y arden.”(Jn 15, 6)
 
 
 
Es obvio que no hemos tomado en serio estas palabras de Cristo. ¡Qué falsos y corruptos podemos llegar a ser! A
pesar de que los Evangelios nos llaman a permanecer unidos, a pesar de los impulsos del Espíritu, nuestra división
persiste. Por lo tanto, “La Verdadera Vida en Dios” no debe permitir más que nos domine esa gangrena, que mata la
actividad del Cuerpo, sino que debemos combatirla con vínculos de amor. Deberíamos sentirnos todos
responsables por permitir que esa enfermedad, aunque provenga de nuestros antepasados, haya devastado el
Cuerpo Místico de Cristo, devorando la unidad de la Iglesia.
 
 
 
La Iglesia también debería ceder con humildad y escuchar los gritos de todos nosotros, los laicos, que tenemos
también derecho a expresarnos y que estamos buscando desesperadamente la unidad y la intercomunión… Sin los
laicos, no hay Iglesia… Nosotros, los laicos, ansiamos todos la unidad.
 
 
 
Ya que sabemos que Dios aborrece la división porque está mal y es un escándalo, ¿por qué la Iglesia, a sabiendas,
sigue ofendiendo a Cristo al insistir en mantener viva esta división?
 
pg_0003
 
 
Vivir la Unidad con amor y humildad no es una cuestión de sentimentalismo, ni tampoco es comerciar con la Fe y la
Verdad, sino que es declarar la Verdad desde las Escrituras y dar vida a cada palabra del Evangelio. No debemos
permanecer inertes a la Palabra de Dios.
 
 
 
Los cristianos que permanecen divididos no están viviendo en la Verdad, por muy verosímiles y honrados que
quieran aparecer a los ojos del mundo, y por muchas avemarías y devociones que hagan, su falta de amor y su falta de
humildad son una señal reveladora tan evidente que todos la notamos.
 
 
 
Hace ya siglos que los cristianos están divididos, algunos admitiendo su pecado y otros admitiendo tristemente que
no tienen poder para compartir juntos la Sagrada Eucaristía. Por tanto, ¿qué es lo que retiene a la Iglesia? Lo que
les retiene es el hecho de que no pueden ponerse de acuerdo, ni reconciliarse, ni perdonar porque, una vez más, les
falta amor y humildad. Mientras sus corazones no se enciendan con el amor a Cristo y con el fuego del Espíritu
Santo, permanecerán inactivos e inertes, igual que los huesos secos de la visión de Ezequiel.
 
 
 
El amor es la raíz y el fundamento de la unidad. Si la Iglesia no vive todavía en plena comunión es porque todo lo que
se expresa o se debate y se explica se hace sin amor, es estéril. Esta división está dirigida contra Cristo. Todos los
que se consideran cristianos y
acatan la división han quebrantado el Mandamiento de Jesucristo, que dijo: “Amaos
los unos a los otros”. Hay que reconocerlo: los cristianos que no aman y no han vivido más que para su propia gloria
no se reconciliarán jamás porque aun no han crecido plenamente en Cristo.
 
 
 
Recordemos cómo, en la última Cena, Cristo pronunció la bendición y levantó el pan diciendo a Sus discípulos:
“Tomad y comed, éste es Mi Cuerpo.” Tomo luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, diciendo: “Bebed de
ella todos, porque ésta es Mi Sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.”
 
 
 
Ése es el Mandamiento de Cristo y por lo tanto todos nosotros debemos obedecerlo. ¿Cómo podemos decir que
vivimos en Cristo si no hemos hecho las paces y no nos hemos reconciliado unos con otros? ¿Se les ha ocurrido
alguna vez a los miembros de la Iglesia que están viviendo diariamente el pecado de su división? Por lo tanto, si
sabemos esto, los pastores y todos nosotros tenemos que elegir.
 
 
 
Aquí hay dos opciones. La primera opción pertenece a Dios y proviene de Dios, y es: vivir con amor, paz, humildad,
reconciliación y unidad. La segunda opción pertenece a Satanás, viene de él y es: odio, guerra, orgullo, falta de
perdón, egolatría y división. No es tan difícil elegir. Pero entonces, si elegimos tomar partido del lado de Dios y no
obramos en consecuencia, se nos hará responsables de ello y todos pagaremos por cada actitud arrogante, cada
acto de orgullo, cada prejucio, por nuestro rencor, por la falta de caridad, por nuestra frialdad y por cada palabra
que hayamos pronunciado unos contra otros, por nuestro ego y todo lo demás, porque habremos quebrantado el
Mandamiento de Cristo. Es así de claro.
 
 
 
El Día del Juicio no podremos decir a Dios que no ha mostrado Su Misericordia en nuestros tiempos y que no nos
ha hecho partícipes de Sus designios, ni tampoco podremos pretender que no hemos oído Su Llamada o que no
Le hemos entendido. Yo sé, igual que vosotros, que los Signos de los Tiempos nos están llamando a todos a la
Unidad. ¿Cómo es posible que algunas autoridades de la Iglesia sean incapaces de leer los Signos de los
Tiempos? No podemos ignorar esos signos que vienen del Espíritu Santo; y sin embargo, algunos lo hacen. Es
porque han perdido el sentido de lo sobrenatural y sólo creen en el naturalismo, y eso es un pecado grave.
 
 
 
pg_0004
Esos actos estériles  van en contra de lo que Cristo pidió al Padre cuando dijo: “Como Tú, Padre en Mí y Yo en
Ti, que ellos también sean uno en Nosotros, para que el mundo crea que Tú Me has enviado.” (Jn 17, 21) Y más
aún cuando no hacemos nada para aportar la unidad a la Iglesia, sino que permanecemos en silencio, como sepulcros
en un vasto cementerio.
 
 
 
Si alguien os dice que estáis actuando mal viviendo una unidad espiritual o practicando la intercomunión, deberíais
preguntar a esas personas:
 
 
 
“¿Por qué ponéis a prueba a Dios, imponiendo a los pastores que permanezcan divididos? Si me estáis interrogando
sobre un acto de reconciliación y amor, debéis saber que estoy únicamente siguiendo el Mandamiento de Cristo.
Por lo tanto, ¿qué pensáis que es mejor, seguir el Mandamiento de Cristo o desobedecerlo? ¿Es pecado amar y
reconciliarse unos con otros? No, es evidente que no lo es. Pecado es más bien la trasgresión y el rechazo del
Mandamiento de Nuestro Señor y la llamada a la Unidad. Vuestro pecado de división ha destruido parte de la
Iglesia y la ha convertido en una desolación, y lo sabéis. ¿Cómo se puede, pues, reconocer en nosotros el Cuerpo
de Cristo si permanecemos divididos? ¿Cómo puede el mundo creer que fue el Padre quien envió a Cristo? Yo, por
mi parte, he elegido no ser igual que esas tumbas, que son como materia inanimada, desperdigada y hecha pedazos
por su ego y su espíritu de orgullo, sus prejucios y sus propios intereses, sino que escucharé a Nuestro Señor y
permaneceré en Él, porque he leído, con la ayuda del Espíritu Santo, los Signos de los Tiempos que nos llaman a
la Unidad, compartiendo en torno a un solo Altar. Quiero ser el Icono perfecto de la Unidad, atrayendo 
amablemente a todos a vivir “Una Verdadera Vida en Dios” y morar en la Santísima Trinidad.”
 
 
 
Y cuando pronunciéis estas palabras, amigos míos, veréis la reacción de los que retienen la unidad y guardan las
llaves del Reino de Dios, sin entrar ellos en él ni dejar entrar a los demás. Será idéntica a la de los dirigentes de
aquellos tiempos, ancianos y escribas, Anás, el sumo sacerdote, Caifás, Jonatán, Alejandro y todos los que
pertenecían a la estirpe de sumos sacerdotes que perseguían a Pedro y a Juan y que se decían entre sí: “A fin de
que esto no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen ya más a nadie en nombre de
Cristo.”(Hch 4, 17)
 
 
 
Hoy nuestra respuesta debería ser la misma que la de Pedro y Juan, que contestaron: “Juzgad si es justo delante
de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios. No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y
oído.” (Hch 4, 19) Y cuando, en otra situación, Pedro con sus apóstoles dijeron en el Sanedrín al sumo sacerdote:
“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.” (Hch 5, 29)
 
 
 
Preguntadles también: “¿Quién de nosotros dos está pecando? ¿El que se ha reconciliado con sus hermanos,
compartiendo un solo Cáliz y un solo Pan y siguiendo los Mandamientos de Cristo, o el que no se ha reconciliado
todavía y mantiene viva esta división, escupiendo veneno sobre su hermano y poniéndose del lado del Divisor? ¿Es
acaso Cristo un Dios de división o un Dios de Unidad? Yo, por mi parte, creo que estoy del lado bueno, porque he
elegido la reconciliación, lo que el Evangelio nos predica. No creo estar  pecando, o desobedeciendo, o dañando el
Cuerpo Místico de Cristo, o predicando una moral dañina a los fieles. Por el contrario, me he reconciliado con mis
hermanos con humildad y amor, y vivo  la unidad espiritual que Nuestro Señor ha estado implorándonos durante
siglos.” Esto es lo que debéis decirles.
 
 
 
El Señor dijo en un mensaje: “Alza la voz en Mi Casa y pregunta a Mis pastores: “¿Hay alguien dispuesto a
trabajar con vigor y amor para reconstruir esta Casa que se tambalea? ¿Hay alguien ahí dentro que esté dispuesto a
defender esta Casa? ¿Hay alguien que entienda ahora lo que estoy diciendo? ¿Hay alguien en la Casa del Señor
pg_0005
que esté dispuesto a expandir el Reino de Dios?”(20.10.98)
 
 
 
Pidamos a Nuestro Señor que nos envíe Su Espíritu Santo, que es la Fuente de la Unidad Cristiana que ilumine
a los que todavía levantan objeciones en el camino hacia la unidad
 
 
 
Debemos también pedir al Espíritu Santo que nos fortalezca y nos de el Espíritu de fortaleza para poder
continuar con entusiasmo y avidez cumpliendo la Voluntad de Dios, y que nunca nos desanimemos ni nos cansemos
si cometen contra nosotros cualquier acto vil aquellos que no escuchan la llamada del Espíritu Santo: que seamos
uno.
 
 
 
Cristo dice en un mensaje: “Yo podría pronunciar una sola palabra en sus asambleas y, con esa única palabra,
unificar Mi Iglesia. Pero la gloria del Cielo Me será dada por la Pobreza, la Miseria y por aquellos que son
considerados despreciables.”(13.10.91)
 
 
 
De modo que tomo aquí, con todos los lectores contemplativos de La Verdadera Vida en Dios, la posición de
Pobreza y Miseria que los sabios y eruditos consideran despreciable, y pido a los representantes oficiales de la
Iglesia que acaben con las disputas entre ellos, por el Amor de Cristo, que acaben con su insinceridad e indiferencia
hacia la unidad, que permitan que el Espíritu Santo los guíe y que escuchen los gemidos del Espíritu que nos pide,
nos ordena que nos unamos alrededor de un solo Altar, compartiendo un solo Cáliz y un solo Pan, y proclamando
juntos, a una sola voz, que hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo y un solo Dios que es el Padre de todos,
sobre todos, por todos y en todos.
 
 
 
____________________________________________________________________________________
 
 
¡No te olvides de enviarme a un amigo!
Al transmitir este mensaje, estás contribuyendo a la difusión de la Verdadera Vida en Dios.
Si tienes noticias, información o testimonios relativos a la VVeD, o deseas suscribirte a este Boletín, por favor escribe
a:
esp-news@tlig.org
Si ya no deseas recibir estos mensajes, responde a este correo indicando, como Asunto del mismo, la palabra
ELIMINAR
.
Puedes consultar los envíos anteriores de este Boletín en:
http://www.tlig.org/sp/spforum/spforum.html
¡EL AMOR TE AMA!
Entérate en:
http://www.tlig.org/sp.html